Estimado y admirado Theodorakis:
Hace unas semanas leí emocionado
el artículo que firmaban Manolis Glezos y usted. En él hacían un llamamiento a
la resistencia de los pueblos europeos frente al poder dictatorial del capital
financiero. Para mí, este artículo,
tenía una especial importancia por varios motivos. En primer lugar, por la
procedencia del llamamiento: nada menos que desde la cuna de nuestra cultura y
de nuestra cultura política, desde donde surgió la democracia como forma de
vida. Democráticos se definen nuestros sistemas políticos; pero, hoy, las
democracias en Europa no dejan de ser más que mecanismos de representación, en
los que se decide quién va a gestionar los intereses de la oligarquía
financiera, el auténtico poder que hasta ahora actuaba en la sombra o a través
de los miles de lobbys instalados en Bruselas pero que, en la actualidad, sin
pudor, opera públicamente imponiendo
criterios y nombrando los tecnócratas que directamente dirigen las políticas
gubernamentales en una obscena transferencia entre bancos, gobiernos y
compañías del sector energético. Incluso las reuniones del selecto club de
Bildelberg han dejado, en la práctica, de ser secretas. A veces
eufemísticamente llamamos mercados financieros a los intereses de ese pequeño
sector de la población que ostenta el poder financiero, lo que el movimiento Occupy Wall Street denomina el 1%. La realidad nos muestra que la
degradación de la democracia ha devenido en una plutocracia. Por eso, uno de
los movimientos sociales emergentes, el movimiento 15-M y el de la indignación
mundial, ha colocado en el centro de sus exigencias el logro de una democracia
participativa, una democracia deliberativa y directa que entronca con la democracia
ateniense de la Grecia clásica. Aquellos principios como isonomía (igualdad
ante la ley), isegoría (igualdad en el uso de la palabra) y koinonía (comunidad
de cooperación para alcanzar el bien público), que regían la participación y
organizaban la democracia en las polis y que tuvieron cierta continuidad en la
tradición republicana, son fuente de inspiración en el modelo de democracia que
el movimiento reclama.
Me alegró también, en segundo
lugar, porque el pueblo griego nos esté dando un ejemplo de resistencia frente
a los poderes de la troika (UE, BCE, FMI) y a unos partidos (ND y PASOK) que se
plegaron a sus políticas. Con el
dinero de los continuos rescates y la condición de cumplir con el Memorándum de
Entendimiento, se garantizaba el retorno de la deuda y sus intereses; pero al
precio de tener que adoptar unos ajustes y unas medidas de austeridad que
condenan al pueblo griego a un retroceso sin retorno. Hasta hace bien poco
trataban de convencer de que esa era la única política posible, que negarse al
pago de la deuda significaría la salida del euro y una situación aún peor con
el masivo empobrecimiento de la población griega. A pesar de que la clase
política europea y los medios de información y persuasión bombardeaban continuamente
con el mismo discurso sobre esa futurible catástrofe, el pueblo ha dado una
respuesta admirable. Una respuesta
continuada entre movilizaciones y también en las elecciones pasadas,
donde los partidarios del memorándum sólo alcanzaron un tercio de los votos
emitidos. A pesar de las presiones recibidas, Cyriza, KKE y DIMAR supieron
continuar representando las aspiraciones mayoritarias del pueblo.
Habiendo hecho todo lo
posible, incluso dar directrices al gobierno transitorio (A. Mrekel), para evitarlo, los dirigentes europeos ven
bastante probable que estas fuerzas que se oponen al memorándum puedan vencer
en la próximas elecciones de junio. Y el discurso cambia de repente. Ya no se
habla de lo que le pueda suceder al pueblo griego sino de lo que perdería
Europa. Es otra forma de presión, o mejor, de chantaje, pretendiendo utilizar a
la ciudadanía europea contra el pueblo griego. Está incluso cuantificado por
países. Dicen que al Estado español le costaría 39.500 millones. Algo así como
“si Grecia no paga su deuda, tendremos que pagarla nosotros”. De repente, hemos
sabido que tenemos que asumir las deudas que adquiere el BCE, el Fondo Europeo
de Estabilidad y la plataforma de pagos TAGERT2. Estos organismos y los bancos
alemanes y franceses especulan con la deuda del Estado y los bancos griegos, y
pretenden hacernos creer que otros tenemos que actuar de avales en esas
operaciones. Esas y otras argucias (hay
que estar preparado para todo), que sólo intentan generar confusión, utilizarán
para doblegar vuestra resistencia, para hacer que esa deuda ilegítimamente
contraída por el Estado griego y alimentada por las instituciones financieras
europeas para su propio beneficio hipoteque el futuro del pueblo griego.
Pero la señal que desde vuestras
fuerzas políticas y movimientos sociales nos llega, no puede ser más
esperanzadora: ni se realizarán devoluciones de deuda ilegítimamente contraída
ni se mantendrán las políticas de austeridad. Ese es el camino para vuestra
soberanía y que el futuro esté en vuestras manos. Vendrán tiempos difíciles,
pero igual que Argentina pudo sobreponerse (aunque no sean exactamente las
mismas situaciones), también podréis conseguirlo. Será también el momento en
que la banca griega sea una banca pública al servicio del pueblo. No podemos
saber cuándo se iniciará la senda del “crecimiento”, término que no me gusta
cómo está cuantificado por la economía academicista, pero sin duda, otra
política económica y sostenible será posible con la participación directa de la
ciudadanía, iniciando el fin de las políticas de desigualdad que están en el
origen de esta crisis sistémica.
Grecia puede ser el espejo de los
pueblos europeos y, especialmente, de los pueblos mediterráneos. Y este es el
último motivo por el que me producía dicha emoción su artículo. En nuestras castigadas tierras andaluzas
sufrimos la crisis sobre unos anteriores déficits estructurales que nos sitúa
en condiciones de paro y pobreza miserables y a la cola de Europa. También
hemos intentado resistir y en esa senda estamos. Pero las fuerzas políticas
depositarias de nuestras aspiraciones no han sabido -o querido- salir del
argumento falaz que el pueblo griego habéis roto. Los dirigentes europeos
sostienen que las políticas neoliberales y de contención del déficit reduciendo
el gasto público son las únicas políticas razonables para salir de la crisis.
De lo contrario, auguran un panorama peor, con el desmantelamiento de la propia
Unión Monetaria. Los Gobiernos centrales de nuestro país, el actual y el
anterior, aplican las políticas de ajuste reduciendo los servicios públicos y
las conquistas que han dado lugar al Estado de bienestar (sanidad, educación,
pensiones, dependencia, derechos laborales, etc.). Si no se llevan a cabo,
amenazan con el rescate por las instituciones europeas, que sería aún peor. El
Gobierno autónomo de nuestra comunidad andaluza acaba de aprobar la mayor
reducción salarial de los empleados/as públicos en los años que llevamos de
democracia, además de otras medidas que atentan a derechos conseguidos y a la
calidad de los servicios públicos. Dicen que el recorte presupuestario les
viene impuesto por el Gobierno central y que si no cumplen con él, serán
intervenidas las cuentas de la comunidad y, entonces, los ajustes nos afectarán
aún más negativamente. Como vemos, se repite siempre el mismo argumento.
Habíamos pensado que la fuerza política que se oponía decididamente a las
políticas neoliberales, Izquierda Unida, al igual que las fuerzas de izquierda
en Grecia, contribuiría a la resistencia también desde las instituciones. Por
ello, alcanzó un notable ascenso en las recientes elecciones andaluzas. Pero
para nuestra sorpresa, llegó a un acuerdo con el PSOE y forma parte del
Gobierno andaluz. El ejemplo que ofrecían DIRMA, KKE y Syriza negándose a
pactar con el PASOK, por su apoyo a las políticas de austeridad impuestas por
las instituciones europeas, no sirvió para que IU no se entregara a un gobierno
con el partido que hasta ahora lo venía ejerciendo en el Estado y que asumía
las políticas neoliberales, llegando al extremo de reformar la Constitución
conjuntamente con el partido conservador, el PP, y a firmar el Mecanismo de
Estabilidad Europeo (MEDE), así como adoptar las decisiones tomadas por la
troika.
Como consecuencia, IU está
embarcada en la aplicación de las políticas de ajuste, las mismas políticas que
han fracasado en Grecia y que tampoco aquí nos conducirán a otro sitio que a
degradar las condiciones materiales de vida, a aumentar el paro y la pobreza.
Pero el electorado de IU y los movimientos sociales no van a abandonar la
resistencia por esa traición. Todos los pueblos tienen la posibilidad de girar
su rumbo. Depende de muchas variables, pero la constatación del fracaso de las
políticas neoliberales, de la creciente desigualdad y la pérdida de calidad de
nuestras democracias, del imposible modelo de crecimiento, tienen tanta
evidencia que es difícil abstraerse de ello. En consecuencia, el movimiento de
la indignación y fuerzas políticas que en diferente países surgen con más o
menos fuerza, ofrecen claras señales de esperanza. Andalucía no olvida al pueblo
griego en su horizonte intelectual. Ambos pueblos tenemos el Mediterráneo como
espacio compartido y la historia y cultura griega han dejado su huella, no sólo en momentos singularmente brillantes,
como el período de intercambio entre los pueblos griegos y Tartessos, o con la
introducción del aristotelismo en Occidente a través de la obra del cordobés
Averroes en la época de mayor esplendor andalusí. También, como Blas Infante, andalucista
libertario, afirmaba “el espíritu de Grecia es el genio andaluz”. En el
fondo del genio andaluz, Blas Infante descubre el orgullo de vivir, ese ser un
pueblo amante de la vida, hermosamente pagano, es la “herencia de griegos y de
ancestrales de griegos; y, sobre todo, don permanente de su cielo y de su luz”,
el mismo de la “cuna de la Civilización y patria del Arte”. Voluntad de vivir
que “aún en circunstancias difíciles afirma la gloria de la vida, que quiere
poner, en la vida, con la Belleza y el Poder, la alegría de una gloria”. Y si
el pueblo griego estáis admirablemente siendo el referente para superar el
capitalismo a pesar de las poderosas fuerzas a las que tiene que
enfrentarse, si en esas circunstancias
difíciles, ese orgullo de vivir de la
que hablaba Blas Infante ayuda a superarlas, ese mismo espíritu nos empujará
desde Andalucía. Los decepcionantes imprevistos, la actitud de IU, no serán un
obstáculo permanente. Provocará cierta dilación, pero estamos persuadidos que
la dirección podrá reconducirse. Porque ese es un deseo de las bases que apostaron
por esa fuerza política.
Asumiremos esa propuesta de
avanzar en la unidad de los pueblos en ese frente de resistencia al
neoliberalismo para liberar a los pueblos de Europa del rapto que ahora
sufrimos en manos de los poderes financieros.
Espero no haber sido demasiado
insidioso y/o reiterativo. Yo, ahora, disfruto con esa muestra del espíritu
griego, acompañando a Neruda, que es el “Canto General”. Reciba un cordial
saludo.