Sabíamos que el Gobierno central
imponía a la comunidad autónoma andaluza un recorte de 2.500 millones de euros en
el presupuesto, con el objetivo de que la Junta cumpliera con el déficit del
1,5 % del PIB. El Gobierno de la Junta ya había anunciado que estaba dispuesto
a acatar dicho recorte, toda vez que este se establece en continuidad con las
políticas de ajuste iniciadas por el Gobierno anterior,
profundizadas ahora por el actual Gobierno del PP, cumpliendo con las exigencias
provenientes de las instituciones europeas. Quedaba por saber cuál sería la posición
del socio de Gobierno del PSOE en Andalucía y si ello podía suponer una
posición de resistencia y la búsqueda de otras alternativas que no dañaran el
gasto público. Pero el vicepresidente del Gobierno de la Junta y coordinador de
IU en Andalucía, D. Valderas, ya se encargó de anunciar que aceptarían los
recortes que pedía el Gobierno central por imperativo legal. Entonces se
desmoronó cualquier creencia en una estrategia de resistencia frente al
Gobierno sustentado por el PP.
Estaba clara que la apuesta de IU
iba ser la de meros gestores, y no dudamos de su voluntad por ser eficientes y
honrados, de decisiones que se tomaban en otros ámbitos, central y europeo. Pero
albergábamos la esperanza de que esos recortes, al menos, se aplicaran como
corresponde a una sensibilidad de izquierdas más preocupada por los sectores
desfavorecidos de la población. Pues está claro que no. Ha sucedido que se han
efectuado con los mismos criterios que aplican los gobiernos del PP: el grueso
del recorte recae sobre el salario y las condiciones de trabajo de los
empleados y empleadas del sector público. En concreto se baraja una reducción
salarial de hasta el 6 % y de las pagas extraordinarias de entre el 30 y el 40
%. Además se amplía jornada laboral hasta las 37,5 horas semanales. Al
profesorado se le amplía la jornada en dos horas lectivas más. Como esta
ampliación supondrá menos personal interino, para “evitar los despidos” -se dice-,
a este se le reduce la jornada laboral y el sueldo en un 15 %. Y no olvidemos
que estos recortes salariales se efectúan sobre un sector que ha sufrido años
de congelación salarial y un recorte de hasta el 7 % introducido por el
Gobierno presidido por Zapatero.
Se han anunciado además otras
medidas de recorte de gasto. Entre ellas en inversión pública, que quedará
congelada, por lo que entonces entendemos que el PSOE entregara a IU la consejería de
Obras Públicas: total, sin Ordenación del Territorio y sin dinero para nueva
inversión, sólo servirá para colocar algunos carguillos. Reducciones menores
(habrá que dar ejemplo) también se producirán en otros gastos de altos cargos y
consejeros. Su sueldo bajará un 5 % y contarán con menos coches para sus
desplazamientos. Sobre el sueldo de los parlamentarios/as no hay ninguna
propuesta y se deja expensas de los que decida el parlamento.
Por el lado de los ingresos,
también se anuncian algunas medidas como los exiguos 25 millones de euros que
esperan obtener de la subida de tramo autonómico del IRPF o 9 millones por
aumento de la tarifa del patrimonio. Además prevén subidas de otras tasas sobre
carburantes, actos jurídicos o máquinas de juego.
Hasta aquí parece que llega lo
que se supone que iba a ser un gobierno que mostraría que otra política es
posible, o lo que algunos ingenuamente esperaban: que fuese de resistencia al
neoliberalismo marcando una senda que iniciara el despertar de los pueblos de
Europa. La realidad nos señala otra cosa bien diferente: que la resistencia, hoy, no se encuentra en las instituciones.
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