Entre la autocomplacencia de los actos institucionales
convocados por la Junta de Andalucía, la esquizofrénica convocatoria de
manifestaciones por los partidos que apoyan al Gobierno andaluz, el planteamiento del bloque
crítico que ahora, tras las dudas iniciales
de algunas fuerzas que lo componen, también acusa al Gobierno andaluz de ser brazo ejecutor de las políticas
neoliberales orquestadas desde la troika europea (CE, FMI, BM) y fielmente
secundadas por los gobiernos centrales (sean del PSOE o del PP), más ese amplio
sector de la población andaluza que parece desorientada, aunque, eso sí,
indignada, Andalucía no vivirá un 28F en el que con una sola voz reclame su identidad
y soberanía como pueblo.
No sólo nos jugamos nuestra supervivencia como pueblo. Las
políticas neoliberales han disminuido a tales extremos las condiciones de vida
y trabajo, recortado el escaso desarrollo del bienestar social y el empobrecimiento
de las familias andaluzas está alcanzando niveles tan inhumanamente alarmantes,
que no jugamos el futuro inmediato de nuestros hijos e hijas.
¿Qué Andalucía es la que tiene que reivindicarse para
recuperar nuestra dignidad y nuestro futuro, para recuperar nuestra identidad como
pueblo? El Manifiesto de Córdoba, aprobado recientemente por la constituida
Asamblea de Andalucía, lo expone con toda claridad:
Andalucía
y los andaluces sufrimos con especial intensidad los efectos de la actual
crisis, que no sólo es financiera y económica sino también social, política,
ecológica y cultural. A pesar de que el pueblo andaluz reafirmó en las calles
su identidad política el 4 de Diciembre de 1977 y conquistó en las urnas el 28
de Febrero 1980 el reconocimiento de su derecho al autogobierno, más de treinta
años después Andalucía continúa a la cabeza del desempleo en el Estado Español
y en Europa, millones de personas están en una situación de pobreza, nuestros
jóvenes vuelven a tener que emigrar, el territorio continúa desvertebrado,
nuestra cultura sigue siendo degradada y las instituciones de la Junta de
Andalucía funcionan ajenas a las más importantes necesidades y aspiraciones de
los andaluces, lo que ha llevado a un
alejamiento general de la política (que es confundida con el sistema de partidos)
y a un escepticismo generalizado a causa de la falta de canales de verdadera
participación.
La
actual dominación del capital financiero ha vaciado casi totalmente de
contenido el ámbito de la política al haber sido transferidas las decisiones
fundamentales a entidades que están fuera del control democrático y representan
los intereses de dicho capital (como el FMI, el BCE o la Comisión Europea). El
avance de estos intereses y de la lógica del Mercado en todas las dimensiones
de la vida social ha sido facilitado desde las propias instituciones políticas,
convertidas en una partitocracia, mediante desregulaciones, cambios legales,
privatizaciones y recortes de derechos. Las instituciones europeas donde se
inserta el Estado Español, y por tanto Andalucía, son hoy instrumentos para la
imposición de esa lógica y del pensamiento neo(ultra)liberal. Una verdadera
democracia, igualitaria y participativa, tanto en lo político como en lo
económico, no es posible en este marco. Si aspiramos a ella, hemos de actuar, a
favor de la inmensa mayoría, contra este sistema impuesto por el capital
financiero y sus cómplices que está liquidando todas las conquistas sociales.
Entendemos
que es necesaria una nueva orientación, un nuevo camino para devolver el poder
al pueblo. El pueblo andaluz precisa de la unión de los movimientos sociales y
de las organizaciones y personas que
apuesten por transformar radicalmente el sistema, y no pretendan legitimarlo
con la creencia ilusoria de que puede mejorarse con simples retoques. Para
alcanzar este objetivo, y partiendo de la especificidad de Andalucía, nos
proponemos avanzar en la construcción de un Colectivo de personas y
organizaciones –sociales, culturales y políticas- radicalmente democrático. Ha
llegado la hora de coordinar esfuerzos y de potenciar confluencias para
construir un poder andaluz en todos los ámbitos, que haga posible una Andalucía
Libre formada por hombres y mujeres libres.
Al margen de esta llamada sólo deben quedar aquellas personas y
organizaciones que creen positivo apoyar, mediante pactos y colaboraciones, el
sistema capitalista en crisis y a quienes han ocupado en Andalucía, durante más
de treinta años, el poder político y son directos responsables de la dramática
situación en la que hoy esta se encuentra. Y también se autoexcluirían quienes
no estén dispuestos a asumir el funcionamiento horizontal y democrático que
necesita cualquier organización transformadora en el siglo XXI. Esto último,
porque asumimos la principal novedad que aportan los denominados “nuevos
movimientos sociales”: la ampliación de la política y la “politización” de lo
social, de lo cultural e incluso de lo personal, ensayando nuevos ejercicios de
ciudadanía más allá del marco del estado y de los partidos.
La
confluencia de todas estas fuerzas, personas y colectivos andaluces debe tener
por objetivo la realización de estrategias que permitan avanzar hacia esa
Andalucía Libre en la que soñaran Blas Infante y tantos otros andaluces. Debe
apoyar iniciativas en lo económico, lo cultural y lo político que respondan a
una lógica diferente a la del capitalismo destructor de los pueblos, de la
dignidad de las personas y de la naturaleza. Debe denunciar la corrupción del
sistema político vigente y propiciar formas de democracia directa para la
reconquista del ámbito de la política por parte de los ciudadanos. Y debe
activar la memoria y conciencia colectivas del pueblo andaluz y desarrollar los
valores de la cultura andaluza que pueden ser ejes de resistencia frente a la
globalización totalitaria y deshumanizadora de la lógica del mercado.
Partimos de que
Andalucía posee identidad histórica, identidad cultural e identidad política y
tiene, por ello, el derecho a decidir sobre sus propios asuntos y estructuras
políticas, económicas, sociales y
culturales. Nuestro Colectivo debe tener, pues, como objetivo cooperar en la construcción de instituciones
y puesta en marcha de experiencias que consoliden un poder andaluz que haga
posible las transformaciones necesarias para caminar hacia una sociedad justa e
igualitaria. Hoy, el sistema partitocrático y la
actual organización territorial del Estado Español impiden cualquier potencial
toma de decisiones realmente transformadoras por parte de los andaluces para
oponernos eficazmente a las presiones del capitalismo global. Por ello, resulta
necesario plantear otro marco en el que sea posible el fin de la dependencia
económica, la subalternidad política y la alienación cultural de Andalucía para
avanzar hacia un horizonte postcapitalista de igualdad entre las personas y los
pueblos, de devolución del poder a estos, de garantía de los derechos humanos
tanto individuales como colectivos, de solidaridad, de justicia, de respeto a
la naturaleza y de potenciación de nuestra cultura. Los andaluces, al igual que
todas las personas y pueblos del mundo, tenemos el derecho a ser protagonistas
de las decisiones que nos afectan. Y para hacer este protagonismo posible, se
hace indispensable dotarnos de ese ámbito andaluz de decisión del que hoy
carecemos.
Asumimos
como un compromiso irrenunciable la construcción de este ámbito de decisión
andaluz, que entendemos debe caracterizarse por el principio de que las
decisiones sobre los diversos asuntos se toman de abajo-arriba en el ámbito
territorial, es decir, los asuntos que corresponden a la municipalidad se
deciden en las municipalidades y nunca una decisión que afecte a un ámbito
territorial inferior se tome unilateralmente desde un nivel de decisión
superior. Y los temas supralocales, ya sean de ámbito comarcal o andaluz, o
respecto a las relaciones con otros pueblos, se acuerdan entre todos bajo el
principio general del confederalismo. Consideramos, pues, al municipalismo como
una herramienta fundamental para la toma de decisiones de forma horizontal y
radicalmente democrática. La estrecha vinculación y compromiso con el
territorio –municipal, comarcal y andaluz-, el objetivo de alcanzar un poder
andaluz que haga posible la justicia social y el ejercicio real de todos los
derechos y el funcionamiento en base a prácticas de democracia directa, activa
y participativa representan la columna vertebral de nuestra forma de pensar y
de proceder.
Sobre
estas bases, nuestro Colectivo deberá dotarse de grupos de trabajo que
profundicen en los análisis, propuestas y acciones en los diversos ámbitos:
económico, ecológico, social, político, cultural, organizativo y
comunicacional. Deberá funcionar en base a la participación activa de sus
miembros y la búsqueda de consenso interno. Y deberá apoyar y colaborar con los movimientos
sociales, culturales y políticos que se enfrenten a las lógicas hoy dominantes
del mercado y del nacionalismo de estado.
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