martes, 26 de febrero de 2013

La celebración de este día de Andalucía es una muestra de las dificultades para recuperar nuestra identidad cultural y nuestra soberanía como pueblo.



Entre la autocomplacencia de los actos institucionales convocados por la Junta de Andalucía, la esquizofrénica convocatoria de manifestaciones por los partidos que apoyan al Gobierno andaluz, el planteamiento del bloque crítico que ahora, tras las dudas iniciales de algunas fuerzas que lo componen, también acusa al Gobierno andaluz de ser brazo ejecutor de las políticas neoliberales orquestadas desde la troika europea (CE, FMI, BM) y fielmente secundadas por los gobiernos centrales (sean del PSOE o del PP), más ese amplio sector de la población andaluza que parece desorientada, aunque, eso sí, indignada, Andalucía no vivirá un 28F en el que con una sola voz reclame su identidad y soberanía como pueblo.  

No sólo nos jugamos nuestra supervivencia como pueblo. Las políticas neoliberales han disminuido a tales extremos las condiciones de vida y trabajo, recortado el escaso desarrollo del bienestar social y el empobrecimiento de las familias andaluzas está alcanzando niveles tan inhumanamente alarmantes, que no jugamos el futuro inmediato de nuestros hijos e hijas.

¿Qué Andalucía es la que tiene que reivindicarse para recuperar nuestra dignidad y nuestro futuro, para recuperar nuestra identidad como pueblo? El Manifiesto de Córdoba, aprobado recientemente por la constituida Asamblea de Andalucía, lo expone con toda claridad:


Andalucía y los andaluces sufrimos con especial intensidad los efectos de la actual crisis, que no sólo es financiera y económica sino también social, política, ecológica y cultural. A pesar de que el pueblo andaluz reafirmó en las calles su identidad política el 4 de Diciembre de 1977 y conquistó en las urnas el 28 de Febrero 1980 el reconocimiento de su derecho al autogobierno, más de treinta años después Andalucía continúa a la cabeza del desempleo en el Estado Español y en Europa, millones de personas están en una situación de pobreza, nuestros jóvenes vuelven a tener que emigrar, el territorio continúa desvertebrado, nuestra cultura sigue siendo degradada y las instituciones de la Junta de Andalucía funcionan ajenas a las más importantes necesidades y aspiraciones de los andaluces, lo que  ha llevado a un alejamiento general de la política (que es confundida con el sistema de partidos) y a un escepticismo generalizado a causa de la falta de canales de verdadera participación.

La actual dominación del capital financiero ha vaciado casi totalmente de contenido el ámbito de la política al haber sido transferidas las decisiones fundamentales a entidades que están fuera del control democrático y representan los intereses de dicho capital (como el FMI, el BCE o la Comisión Europea). El avance de estos intereses y de la lógica del Mercado en todas las dimensiones de la vida social ha sido facilitado desde las propias instituciones políticas, convertidas en una partitocracia, mediante desregulaciones, cambios legales, privatizaciones y recortes de derechos. Las instituciones europeas donde se inserta el Estado Español, y por tanto Andalucía, son hoy instrumentos para la imposición de esa lógica y del pensamiento neo(ultra)liberal. Una verdadera democracia, igualitaria y participativa, tanto en lo político como en lo económico, no es posible en este marco. Si aspiramos a ella, hemos de actuar, a favor de la inmensa mayoría, contra este sistema impuesto por el capital financiero y sus cómplices que está liquidando todas las conquistas sociales.

Entendemos que es necesaria una nueva orientación, un nuevo camino para devolver el poder al pueblo. El pueblo andaluz precisa de la unión de los movimientos sociales y de las  organizaciones y personas que apuesten por transformar radicalmente el sistema, y no pretendan legitimarlo con la creencia ilusoria de que puede mejorarse con simples retoques. Para alcanzar este objetivo, y partiendo de la especificidad de Andalucía, nos proponemos avanzar en la construcción de un Colectivo de personas y organizaciones –sociales, culturales y políticas- radicalmente democrático. Ha llegado la hora de coordinar esfuerzos y de potenciar confluencias para construir un poder andaluz en todos los ámbitos, que haga posible una Andalucía Libre formada por hombres y mujeres libres.  Al margen de esta llamada sólo deben quedar aquellas personas y organizaciones que creen positivo apoyar, mediante pactos y colaboraciones, el sistema capitalista en crisis y a quienes han ocupado en Andalucía, durante más de treinta años, el poder político y son directos responsables de la dramática situación en la que hoy esta se encuentra. Y también se autoexcluirían quienes no estén dispuestos a asumir el funcionamiento horizontal y democrático que necesita cualquier organización transformadora en el siglo XXI. Esto último, porque asumimos la principal novedad que aportan los denominados “nuevos movimientos sociales”: la ampliación de la política y la “politización” de lo social, de lo cultural e incluso de lo personal, ensayando nuevos ejercicios de ciudadanía más allá del marco del estado y de los partidos.

La confluencia de todas estas fuerzas, personas y colectivos andaluces debe tener por objetivo la realización de estrategias que permitan avanzar hacia esa Andalucía Libre en la que soñaran Blas Infante y tantos otros andaluces. Debe apoyar iniciativas en lo económico, lo cultural y lo político que respondan a una lógica diferente a la del capitalismo destructor de los pueblos, de la dignidad de las personas y de la naturaleza. Debe denunciar la corrupción del sistema político vigente y propiciar formas de democracia directa para la reconquista del ámbito de la política por parte de los ciudadanos. Y debe activar la memoria y conciencia colectivas del pueblo andaluz y desarrollar los valores de la cultura andaluza que pueden ser ejes de resistencia frente a la globalización totalitaria y deshumanizadora de la lógica del mercado.

Partimos de que Andalucía posee identidad histórica, identidad cultural e identidad política y tiene, por ello, el derecho a decidir sobre sus propios asuntos y estructuras políticas,  económicas, sociales y culturales. Nuestro Colectivo debe tener, pues, como objetivo  cooperar en la construcción de instituciones y puesta en marcha de experiencias que consoliden un poder andaluz que haga posible las transformaciones necesarias para caminar hacia una sociedad justa e igualitaria. Hoy, el sistema partitocrático y la actual organización territorial del Estado Español impiden cualquier potencial toma de decisiones realmente transformadoras por parte de los andaluces para oponernos eficazmente a las presiones del capitalismo global. Por ello, resulta necesario plantear otro marco en el que sea posible el fin de la dependencia económica, la subalternidad política y la alienación cultural de Andalucía para avanzar hacia un horizonte postcapitalista de igualdad entre las personas y los pueblos, de devolución del poder a estos, de garantía de los derechos humanos tanto individuales como colectivos, de solidaridad, de justicia, de respeto a la naturaleza y de potenciación de nuestra cultura. Los andaluces, al igual que todas las personas y pueblos del mundo, tenemos el derecho a ser protagonistas de las decisiones que nos afectan. Y para hacer este protagonismo posible, se hace indispensable dotarnos de ese ámbito andaluz de decisión del que hoy carecemos.

Asumimos como un compromiso irrenunciable la construcción de este ámbito de decisión andaluz, que entendemos debe caracterizarse por el principio de que las decisiones sobre los diversos asuntos se toman de abajo-arriba en el ámbito territorial, es decir, los asuntos que corresponden a la municipalidad se deciden en las municipalidades y nunca una decisión que afecte a un ámbito territorial inferior se tome unilateralmente desde un nivel de decisión superior. Y los temas supralocales, ya sean de ámbito comarcal o andaluz, o respecto a las relaciones con otros pueblos, se acuerdan entre todos bajo el principio general del confederalismo. Consideramos, pues, al municipalismo como una herramienta fundamental para la toma de decisiones de forma horizontal y radicalmente democrática. La estrecha vinculación y compromiso con el territorio –municipal, comarcal y andaluz-, el objetivo de alcanzar un poder andaluz que haga posible la justicia social y el ejercicio real de todos los derechos y el funcionamiento en base a prácticas de democracia directa, activa y participativa representan la columna vertebral de nuestra forma de pensar y de proceder.

Sobre estas bases, nuestro Colectivo deberá dotarse de grupos de trabajo que profundicen en los análisis, propuestas y acciones en los diversos ámbitos: económico, ecológico, social, político, cultural, organizativo y comunicacional. Deberá funcionar en base a la participación activa de sus miembros y la búsqueda de consenso interno. Y deberá  apoyar y colaborar con los movimientos sociales, culturales y políticos que se enfrenten a las lógicas hoy dominantes del mercado y del nacionalismo de estado.

                                                                       Andalucía, 16 de Febrero de 2013.



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