domingo, 6 de enero de 2013

2013: un año de desesperanza si los pueblos no consiguen doblegar la voluntad de los gobernantes.




                                                                    
ASÍ ES COMO SE CONSIGUE SER LA TERCERA PERSONA MÁS RICA DEL MUNDO. Adquirir una prenda de ropa de las marcas del grupo Inditex que se haya confeccionado en Marruecos supone refrendar un sistema de producción en el que las trabajadoras acumulan hasta 65 horas a la semana detrás de una máquina para cobrar un salario de 178,72 euros mensuales, condiciones laborales que las mantienen «viviendo en situación de pobreza» mientras el fundador del imperio textil, Amancio Ortega, se consolida como la mayor fortuna de España.




A pesar de que el Gobierno anuncia que en el último trimestre podría detenerse la caída de la actividad económica, la realidad es que en  este año que comienza no habrá brotes verdes por ningún lado, al menos no para los pueblos del Estado.  Y lo digo bien claro: pueblos del Estado. Porque no me cabe duda que el sector financiero y el económico ligado a la exportación podrán ver incrementados sus beneficios, pero no son pueblo. No son pueblo porque el capital no se identifica con ninguna cultura, con ningún ser humano habite donde habite, pertenezca al país que pertenezca. Para el capital, todo ser humano es potencial fuerza de trabajo a la que poder explotar, aquí, allá y acullá. El Estado nacional es un instrumento a su servicio, un instrumento para la defensa de sus intereses donde estos se encuentren. Así ha sido desde la constitución de los Estados nacionales. Lo sectores hegemónicos de la burguesía han podido replantear, en ocasiones, el modelo de Estado en función de las conveniencias que como sector social más le interesaba y apoyándose, para conseguir sus objetivos, en supuestas ventajas para los pueblos que pretendían aglutinar en la estructura de ese Estado. En rigor, para el capital, la patria no es más que el Estado que mejor defiende la generación continua de plusvalías que incrementen su poder económico. Así, sus capitales circularán por todo el mundo, invertirán en aquellos países donde más fácil resulte la explotación de trabajadores/as, especularán con activos financieros procedan de donde procedan, pagarán impuestos donde más ventajas le proporcionen y evadirán sus capitales hacia paraísos fiscales de cualquier continente. El modelo de Estado que sostendrán será siempre aquél que mantenga esos intereses y esa situación privilegiada como clase social.

Sin embargo, la realidad para la clases populares ha sido y es otra diferente. Marx dijo que los obreros no tienen patria. En efecto, quien nada posee salvo su fuerza de trabajo, ¿qué puede decir que es suyo? En tanto que poseedor de su fuerza de trabajo, necesita venderla al capitalista a cambio del salario que le proporcione los medios de subsistencia. Y tal cosa hará independientemente del país que se trate. Pero lo que no se puede negar, ni Marx negó, es la defensa de la cultura, de la tierra y los elementos simbólicos bajo los que ese trabajador/a ha adquirido la identidad como persona. Esa es la raíz necesaria de la que se nutre cualquier ser humano. Y la identidad social compartida por el grupo es lo que configura lo que denominamos pueblo.

Frente a quien quiere hacer del ser humano una mercancía más, una mercancía productora de riqueza, surge el derecho del pueblo a constituirse como tal, a dotarse de los instrumentos políticos que salvaguarden su condición de personas y de pueblo, a exigir el derecho de autodeterminación. Por eso, en la actualidad, cuando el capital ha franqueado todas las barreras humanas, sociales y nacionales, sumiendo en el paro y la pobreza a millones de ciudadanos/as del Estado español, la reclamación del derecho de autodeterminación y de otro modelo de Estado, es la reclamación de un patriotismo humano.

Las soflamas sobre la unidad nacional y patrañas similares que los patrioteros alientan, y cuyo papel tan bien representa la Monarquía, esconden los intereses de los sectores económicos dominantes que necesitan de una estructura estatal que mantenga su dominio, su poder de explotación por los pueblos del Estado, a la vez que defiende sus intereses económicos y privilegios en cualquier país del mundo. Para ellos no hay más patria que sus negocios. Y que lo brotes verdes continúen instalados en ellos. Así sucederá en este 2013… si los pueblos no lo impiden.

5 comentarios:

  1. Un buen artículo complementario es este de David Fernández sobre las cuestiones nacionales y las izquierdas del estado español:

    http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161666

    Agurtxus desde Gasteiz!

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  2. A ver ahora:

    http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161666

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  3. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161666

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  4. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161666

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  5. Otra vez:
    http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161666

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