ASÍ ES COMO SE CONSIGUE
SER LA TERCERA PERSONA MÁS RICA DEL MUNDO. Adquirir una prenda de ropa de las
marcas del grupo Inditex que se haya confeccionado en Marruecos supone
refrendar un sistema de producción en el que las trabajadoras acumulan hasta 65
horas a la semana detrás de una máquina para cobrar un salario de 178,72 euros
mensuales, condiciones laborales que las mantienen «viviendo en situación de
pobreza» mientras el fundador del imperio textil, Amancio Ortega, se consolida
como la mayor fortuna de España.
A pesar de que el Gobierno anuncia
que en el último trimestre podría detenerse la caída de la actividad económica,
la realidad es que en este año que
comienza no habrá brotes verdes por ningún lado, al menos no para los pueblos
del Estado. Y lo digo bien claro:
pueblos del Estado. Porque no me cabe duda que el sector financiero y el
económico ligado a la exportación podrán ver incrementados sus beneficios, pero
no son pueblo. No son pueblo porque el capital no se identifica con ninguna
cultura, con ningún ser humano habite donde habite, pertenezca al país que
pertenezca. Para el capital, todo ser humano es potencial fuerza de trabajo a
la que poder explotar, aquí, allá y acullá. El Estado nacional es un
instrumento a su servicio, un instrumento para la defensa de sus intereses donde
estos se encuentren. Así ha sido desde la constitución de los Estados
nacionales. Lo sectores hegemónicos de la burguesía han podido replantear, en ocasiones, el modelo
de Estado en función de las conveniencias que como sector social más le
interesaba y apoyándose, para conseguir sus objetivos, en supuestas ventajas para
los pueblos que pretendían aglutinar en la estructura de ese Estado. En rigor,
para el capital, la patria no es más que el Estado que mejor defiende la
generación continua de plusvalías que incrementen su poder económico. Así, sus
capitales circularán por todo el mundo, invertirán en aquellos países donde más
fácil resulte la explotación de trabajadores/as, especularán con activos
financieros procedan de donde procedan, pagarán impuestos donde más ventajas le
proporcionen y evadirán sus capitales hacia paraísos fiscales de cualquier
continente. El modelo de Estado que sostendrán será siempre aquél que mantenga
esos intereses y esa situación privilegiada como clase social.
Sin embargo, la realidad para la
clases populares ha sido y es otra diferente. Marx dijo que los obreros no tienen
patria. En efecto, quien nada posee salvo su fuerza de trabajo, ¿qué puede
decir que es suyo? En tanto que poseedor de su fuerza de trabajo, necesita venderla
al capitalista a cambio del salario que le proporcione los medios de
subsistencia. Y tal cosa hará independientemente del país que se trate. Pero lo
que no se puede negar, ni Marx negó, es la defensa de la cultura, de la tierra y los
elementos simbólicos bajo los que ese trabajador/a ha adquirido la identidad
como persona. Esa es la raíz necesaria de la que se nutre cualquier ser humano.
Y la identidad social compartida por el grupo es lo que configura lo que
denominamos pueblo.
Frente a quien quiere hacer del
ser humano una mercancía más, una mercancía productora de riqueza, surge el
derecho del pueblo a constituirse como tal, a dotarse de los instrumentos
políticos que salvaguarden su condición de personas y de pueblo, a exigir el
derecho de autodeterminación. Por eso, en la actualidad, cuando el capital ha
franqueado todas las barreras humanas, sociales y nacionales, sumiendo en el
paro y la pobreza a millones de ciudadanos/as del Estado español, la
reclamación del derecho de autodeterminación y de otro modelo de Estado, es la
reclamación de un patriotismo humano.
Las soflamas sobre la unidad nacional
y patrañas similares que los patrioteros alientan, y cuyo papel tan bien
representa la Monarquía, esconden los intereses de los sectores económicos
dominantes que necesitan de una estructura estatal que mantenga su dominio, su
poder de explotación por los pueblos del Estado, a la vez que defiende sus intereses
económicos y privilegios en cualquier país del mundo. Para ellos no hay más
patria que sus negocios. Y que lo brotes verdes continúen instalados en ellos.
Así sucederá en este 2013… si los pueblos no lo impiden.
Un buen artículo complementario es este de David Fernández sobre las cuestiones nacionales y las izquierdas del estado español:
ResponderEliminarhttp://www.rebelion.org/noticia.php?id=161666
Agurtxus desde Gasteiz!
ResponderEliminarA ver ahora:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161666
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161666
ResponderEliminarhttp://www.rebelion.org/noticia.php?id=161666
ResponderEliminarOtra vez:
ResponderEliminarhttp://www.rebelion.org/noticia.php?id=161666