El Gobierno central está decidido
a aplicar las medidas de política neoliberal que Bruselas impone al dictado de
los mercados financieros. Por ello viene asumiendo las instrucciones que recibe
de la troika para facilitar el acceso a los fondos de rescate y cumplir con los
objetivos del déficit señalados. Estas medidas, en síntesis, consisten en la
reducción del Estado del bienestar; es decir, la disminución del peso de los
servicios públicos y su progresiva privatización, la liberalización del mercado
laboral y el aumento de la imposición indirecta (subidas del IVA) que grava el
consumo de la población. Los mercados, los bancos alemanes y franceses, los
fondos que operan a través de ellos, y también los bancos españoles, exigen
estas medidas para garantizarse el retorno de sus beneficios y capitales
resultado de las inversiones financieras durante la burbuja inmobiliaria y en
la especulación con la deuda. Además, aprovechando la sumisión y complicidad del
Gobierno imponen una vieja aspiración de las élites económicas: la introducción
de medidas económicas y políticas tendentes a la reducción del valor de la
fuerza de trabajo que mantenga en el tiempo la tasa de plusvalor, los
beneficios, a pesar de la disminución de la actividad económica.
El argumento falazmente utilizado
es “que no hay dinero en las arcas públicas”, ocultando el hecho de que el
fraude fiscal de los grandes capitalistas es suficiente para equilibrar las
cuentas sin recurrir a los recortes del gasto
(para ello sólo tienen que aplicar el plan propuesto por el sindicato de
subinspectores de hacienda, comentado en la entrada del día 11-7). También se niegan a aumentar los ingresos
con una recaudación directa y progresiva sobre los rendimientos del capital,
las grandes fortunas y las rentas elevadas. O lo que debería hacerse por
imperativo moral: negarse al pago de la deuda ilegítima, o dejar caer las cajas
y bancos a los que se inyecta dinero público. ¿Por qué no lo hacen? Porque
entonces actuarían contra los intereses de los sectores pudientes de la
población, sectores a los que pertenecen y a los que representan. Ese, y no
otro, es el motivo de la amnistía fiscal que premia a los evasores fiscales y
refuerza el fraude. Pero también podrían los gobernantes aumentar la
recaudación con políticas de estímulo al crecimiento y, no se olvide, la deuda
del Estado está aún en mejores condiciones que en la mayoría de los países
europeos.
A las oleadas de recortes, desde
los aplicados por el Gobierno del PSOE y los dos sucesivos del Gobierno del PP,
nuevas exigencias llegan desde las instituciones financieras y empresariales:
se piden recortes millonarios en las pensiones, y el Círculo de Empresarios
plantea la privatización de la sanidad y la educación; unos apetitosos sectores
con los que hacer nuevos negocios, de enriquecerse a costa de la salud y la
formación de las clases populares. En definitiva, son las clases trabajadoras
las que están pagando con sus salarios (directo y diferido, a través de los
servicios públicos) e impuestos al sector financiero de la economía la crisis
de crecimiento que ellos ocasionaron al acaparar el valor de la riqueza
generada y, también como producto de la especulación de un reducido sector de
población constituido por la oligarquía financiera.
Pero esta apuesta por el
empobrecimiento generalizado para que las élites puedan continuar acumulando
riqueza, tiene un punto débil para la economía en su conjunto y para sus
propósitos: la economía no puede crecer porque no hay demanda por la caída
progresiva del consumo de las clases trabajadoras, tanto por la disminución
salarial como por el aumento del paro y el empleo precario. Sin crecimiento,
los beneficios empresariales y financieros no podrán mantenerse exclusivamente
con la sobreexplotación de la fuerza de trabajo, ya que esta tiene un límite:
el que supone la resistencia a reducir el nivel de lo que se consideran las
necesidades básicas socialmente establecidas. Y esta barrera se ha tocado.
Lo que puede esperarse desde el
momento que se alcanza el límite de las necesidades humanas, es la indignación
y la protesta generalizada. Y las fuerzas políticas que se sitúen al lado del
sufrimiento de los pueblos, contra las políticas neoliberales, tendrán que
ofrecer alternativas de resistencia y de gobierno. Tiene que constituirse una
amplia coalición de fuerzas políticas y sociales donde IU tendría que asumir el
papel dinamizador. Pero antes es necesario que clarifique su relación con otras
fuerzas que están fuera de la resistencia antineoliberal; es decir, su
vacilante atadura con el PSOE. Tiene que hacerlo en Andalucía y sus dirigentes
andaluces y estatales asumir el error de haber prestado apoyo al gobierno del
PSOE en la Junta.
IULV-CA se ha visto arrastrada en
la aplicación de políticas de ajuste desde el Gobierno de la Junta. Con
justificaciones inverosímiles sobre imperativos legales, ha facilitado la
introducción de los recortes entre la población trabajadora andaluza. Pero tras
el último recorte del Gobierno, sostiene IULV-CA que ya no son necesarias esas
medidas de la Junta, planteando una parcial marcha atrás. ¿Desapareció el
imperativo legal? ¿Es que la eliminación de la paga extraordinaria de los
empleados/as públicos va a computar entre los 2.500 millones que la Junta tenía
que recortar? Esas dudas aún no han sido despejadas. En cualquier caso, la
resistencia antineoliberal no tiene que asumir ningún plan de ajuste, sea
impuesto por Bruselas o por Madrid. Y si desde el gobierno de la Junta hay que
tener lealtad institucional sin ofrecer resistencia, entonces ese no es el
lugar natural de IU y tendría que abandonar el pacto de gobierno. Cada día que
pase en esa esquizofrénica situación, irá a peor para la formación. En unos
meses, en cuanto las encuestas le sean favorables, el PSOE adelantará las
elecciones e IULV-CA no podrá presentarse de nuevo ante los andaluces/as con un
programa de nítido enfrentamiento a la política neoliberal.
Aún no es tarde si se produce el
cambio de orientación que tanto demandan sus propias bases: IULV-CA tiene que
estar impulsando y ampliando la resistencia del pueblo andaluz, practicando la
insumisión en las instituciones y movilizando en la calle y los centros de
trabajo. Hay signos de que la dirección podría reconsiderar la situación.
Esperamos que, por el bien del pueblo andaluz, porque lo necesita, IULV-CA sea
la fuerza política que contribuya a la construcción de otro modelo de sociedad.
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