Algunas cosas cuestan trabajo
entender. Me refiero al cinismo que muestran nuestros dirigentes políticos.
Veamos. No hace muchos años, en el Estado español, había un buen número de
empresas públicas que fueron privatizadas cuando el ardor neoliberal alcanzó a
los gobiernos del PSOE en la década de los 80. Siendo ministro Solchaga fue
privatizada la empresa pública REPSOL, conservando capital público que, más
tarde, y ya con Aznar de presidente, se liquidó definitivamente. Su
accionariado quedo repartido pero con un 50% de capital extranjero; por tanto, había dejado de ser una empresa pública y había dejado de ser
estrictamente española.
Esta empresa se lanzó a hacer
negocios en Latinoamérica, entre ellos las explotaciones petrolíferas en
Argentina. Se hizo con el control de YPF, que previamente había sido
privatizada en Argentina por los gobiernos que asumieron el mismo credo
neoliberal. En la actualidad, el Gobierno Kirchner ha decidido gestionar parte
de los recursos petrolíferos del país, por lo que ha procedido a renacionalizar
YPF haciéndose con el control del 25 % de acciones que REPSOL poseía.
La respuesta del Gobierno español
y del PSOE ha sido salir en defensa de los intereses de la empresa REPSOL,
anunciando medidas contra Argentina. Nada es de extrañar que ambos partidos
salgan en defensa de los capitalistas privados, en buena medida capital extranjero, y de sus negocios con la explotación de los
recursos argentinos. En su derecho están. Pero que lo hagan en nombre del país,
es de una cara dura impresionante. Para hablar en nombre del conjunto de la
ciudadanía, en primer lugar tendría que nacionalizar al menos el 51 % de
REPSOL, y luego actuar en función de los intereses ciudadanos. Para ello los
impuestos tendría que pagarse en su totalidad en nuestro país y no refugiarse
en los paraísos fiscales, como las Islas Caimán, donde en la actualidad tienen
filiales que escapan al control del fisco español. Una vez que la empresa sea
española, entonces es cuando habrá que negociar en pie de igualdad con la
representación del pueblo argentino, con su Gobierno, paras establecer las
condiciones, si les interesa, de la explotación de los recursos naturales de
Argentina.
Cuando capitales transnacionales
deciden el rumbo de la economía española exigiendo recortes que afectan a la
ciudadanía, cuando políticos de otros países como la primer ministro alemana A.
Merkel imponen las medidas a adoptar por el Gobierno español, cuando es más que
presumible el rescate financiero; es decir, que los inspectores enviados por
las instituciones europeos intervengan el Estado y tomen directamente las
decisiones que van a gravar las condiciones de vida y trabajo de la mayoría de
los ciudadanos y ciudadanas, es un esperpento que nos hablen de daño a la
ciudadanía, a los intereses españoles, por la nacionalización de YPF por
Argentina.
¿A qué se debe ese inusitado
interés y esa defensa de una empresa, que no es española, por parte del
Gobierno y los dos partidos mayoritarios, el PP y PSOE? La respuesta hay que
buscarla en el entramado político y financiero existente, donde los actores
intercambian papeles indistintamente. No en vano, entre los directivos de
REPSOL encontramos a L. Carlos Croissier, ministro socialista después de haber
presidido el INI cuando planificaba y ejecutaba la privatización de empresas. Y
podemos seguir escudriñando en las empresas del sector energético, como
denunciábamos en el artículo del día 16 de marzo (Elena Salgado, Aznar, Roca….)
para percatarnos de cuáles son sus intereses y poder medir en su verdadera
dimensión el porqué de esta crisis con Argentina. Si a ello le añadimos la
complicidad de los medios de comunicación por la sustanciosas cantidades que de
REPSOL reciben, entenderemos el consenso establecido. En definitiva, son los
intereses del mismo sector financiero y político lo que está en juego.
Mientras, la ciudadanía se encuentra sometida al sector financiero y
especulativo del capital transnacional, viendo cómo se degradan sus condiciones de vida y cómo se queda sin futuro prácticamente toda una generación.
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