La política dominante, la ejecutada
por el bipartidismo dominante (PSOE, PP), sitúa Andalucía a merced de la división
internacional del trabajo. Con ella, Andalucía desempeña el papel asignado por
las fuerzas que operan en el mercado global y queda sujeta a los vaivenes del
capital especulativo. En los últimos 30 años, ello ha estado prácticamente
reducido a sol y ladrillo (venido a menos), una agricultura en retroceso y que,
incluso, ha alcanzado al modelo desarrollista y productivista de los cultivos
bajo plástico. Frente a ella surgen opciones políticas que proponen nuevos
modelos de gestión. De entre ellas, destacamos a Izquierda Anticapitalista,
EQUO e Izquierda Unida-Los Verdes-Convocatoria por Andalucía. De ellas, la
única que realmente tiene opciones de representación institucional e, incluso,
de ser una fuerza determinante en la próxima legislatura, es IU-LV-CA.
Tras 30 años de gobiernos del
PSOE, las políticas desarrolladas en Andalucía han anulado su potencial
identitario y la capacidad de autogobierno, siendo un apéndice más en el diseño
político efectuado por los gobiernos centrales y la evolución de los mercados.
El resultado hoy es una comunidad que continúa a la cola de la UE-15 en casi
todos los indicadores (educación, empleo…) y con un porcentaje importante de su
población empobrecida, una ecorregión
esquilmada y saqueada en recursos naturales, económicos y población. Si
añadimos a eso las corruptelas y nepotismo generadas después de tantos años en
el poder, los deseo de un cambio político están más presentes que nunca entre
la población.
Pero los sondeos parecen
indicarnos que aunque no obtuviera la mayoría absoluta, el PP será la fuerza
más votada. Y entonces, las posibilidades para formar gobierno en la Junta de
Andalucía son varias. Izquierda Unida no puede aceptar ningún pacto de gobierno
salvo que su candidato, Valderas, sea el presidente de la Junta. Lo demás sería
traicionar su programa y el contrato suscrito ante el pueblo andaluz y firmado
ante notario. ¿Puede abstenerse en la votación del candidato? Eso le daría la
presidencia al candidato del PP, quien probablemente será la fuerza más votada,
repitiéndose lo acontecido en Extremadura. No traicionaría su programa (no
gobierna), permitiría la deseada limpieza en las administraciones de la Junta y
tendría la posibilidad de bloquear los presupuestos y las medidas antisociales
a su paso por el parlamento. Es decir,
la pinza con el PSOE, si es que este partido se opusiera a las políticas del PP.
Pero también podría votar en
contra, al igual que el PSOE. Si es así, el bloqueo parlamentario está
garantizado y será necesaria la convocatoria de nuevas elecciones. Pero presumo
que no hará falta porque el PSOE facilitará el gobierno del PP, mostrando a las
claras su sintonía en lo esencial de las políticas que han desarrollado y que
preconizan para el futuro de Andalucía.
En consecuencia, a IU le quedan
sólo dos opciones si no pacta gobierno ni con PP ni con el PSOE: abstención o
voto en contra. Y no puede pactar con otra fuerza política salvo traición a sus
principios y electorado, además de que sería percibida como una simple fuerza
de apoyo (muleta) que, irremediablemente (como sucedió al PSA,), será condenada
a fuerza minoritaria, testimonial o, aún más, extraparlamentaria. A pesar de
ello, en algunos sectores de IU se reflexiona sobre lo acontecido tras los años
de la mal llamada pinza bajo el liderazgo de Rejón. Suele recordarse el
batacazo posterior (pérdida de diputados) como mensaje del electorado en el
sentido de que IU debería haber buscado acuerdos con el PSOE. Este análisis no es
correcto, pues posteriormente hubo cierta colaboración y la caída prosiguió.
Además, hoy, el electorado es distinto en un buen porcentaje, y las políticas
del PSOE son percibidas más marcadamente como neoliberales. Y los movimientos
emergentes como el 15-M, muy certeramente, no hacen distingos entre unos y
otros. Por tanto, no pueden hacerse análisis simplistas que tengan en cuenta
una sola variable.
Queda, por último, la posibilidad
de la disolución del parlamento y convocatoria de nuevas elecciones (la salida
asturiana). No la creo probable, pero si sucediera, las medidas hasta ahora
ocultas por el Gobierno del PP, estarían en vigor y, entonces, los deseos de
cambio en el electorado andaluz, podrían virar hacia IU. No sería por tanto, a
pesar del hartazgo de la población por la sucesión de elecciones y el gasto que
significan, una salida rechazable sin más.
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