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estará operativo el blog perspectivas y prácticas libertarias, que recibirá y unificará los contenidos de ambos.
Mundo y actualidad
Francisco del Río Sánchez
jueves, 25 de junio de 2015
jueves, 14 de mayo de 2015
III. Centralidad y moderación programática
Continuación de las entradas anteriores (publicadas el día 4 y 7 de mayo)
III.- Centralidad y moderación programática
A pesar de que el propio Pablo Iglesias ha explicado
recientemente (artículo del diario Público
20-4) que la centralidad que Podemos pretende ocupar no es el centro
ideológico, las acusaciones sobre deriva hacia posiciones de centro de Podemos
realizadas por miembros de IU es continua. La centralidad, cierto es, supone
asumir las preocupaciones mayoritarias instaladas en la mayoría social. Estas
preocupaciones fueron puestas de manifiesto por el movimiento 15M y tenían
entonces un respaldo mayoritario de la población. Si hubiera que señalar sus
principales ideas fuerza, ellas serían: la reivindicación de la dignidad humana
poniendo la economía al servicio del ser humano, acabar con los privilegios de
la clase política y hacer realidad la democracia. Los contenidos de estas
aspiraciones, que es lo que puede figurar en los programas políticos, pueden
ser más radicales o tener un carácter más gradualista, pero esos contenidos
señalan claramente la centralidad de la disputa política. La centralidad es,
por tanto, la canalización política del consenso surgido entre la multitud y
las clases trabajadoras que ocupan la mayoría social, los de abajo. Así, frente
al eje derecha-izquierda cuyos límites se encuentran difuminados y sus espacios
ocupados por el centro ideológico, ahora la confrontación política se establece
entre las élites, representada por la casta, y los de abajo, a lo que políticamente
quiere representar Podemos.
Pero en paralelo también se acusa de moderación programática
como prueba del centrismo. Y esa acusación proveniente de quien ha gobernado
recientemente en Andalucía aplicando medidas de corte neoliberal, resulta
sorprendente. Es verdad que algunas medidas que se defendieron desde Podemos
hace tiempo ya no están incorporadas programáticamente (aunque eso no puede
decirlo quien nunca las ha defendido, como la Renta Básica Universal). Pero no
es menos cierto que los programas electorales, si se quiere romper con las
actitudes demagógicas de los partidos tradicionales, tienen que ajustarse a lo
realizable en una legislatura (4 años) y en el marco de las competencias de la
institución que se trate. En eso consiste la responsabilidad política. Otros lo
han denominado críticamente “resultadismo”.
Un tema bien diferente de lo realizable en el marco de una
legislatura en un municipio o comunidad autónoma, sería plantear modelos
productivos y de sociedad a los que se aspiran. Ese es otro debate que, sin
duda, está presente en buena parte de la organización de Podemos y del que se
irán tomando decisiones a medida que avance y se consolide el proyecto. Pero ni que decir tiene que la dignidad
humana y el equilibrio en las relaciones con la naturaleza nucleará el ideario
hacia el que se orientará la acción política futura de Podemos.
jueves, 7 de mayo de 2015
II. La carencia de ideología
Continuación de la entrada anterior (publicada el día 4 de mayo)
II.- Carencia de ideología:
Este concepto no puede utilizarse alegremente como tan a
menudo se hace por sus variados significados, no siempre posibles de discernir
contextual y pragmáticamente. Algunos pretenden utilizarlo como sinónimo de
referente teórico-político. Así, la identificación derechas, izquierdas,
liberal, republicano, marxista, etc. y las
familias a las que han dado lugar estas tradiciones, serían la
“ideología”. Pues en ese sentido, dado lo contradictorio de sus interpretaciones
y errática puesta en práctica, lo más sensato es la carencia de ella.
Como la acusación proveniente de IU es que Podemos no se
declara ni de izquierdas ni marxista, Podemos carece de ideología. Pero que
algunos marxistas digan esto, parece con ello que olvidan el significado de
ideología en el propio Marx. Para nuestro autor, la ideología es una falsa
conciencia de la realidad, alienante y mistificadora, determinada por la
estructura económica, y a ella habría que oponer el conocimiento científico. En
ese sentido, si de lo que se trata es de cambiar una realidad político-social
en la que la mayoría de la población está sufriendo las consecuencias de la
crisis y han empeorado sus condiciones de vida, si se trata de dar fin a las
políticas neoliberales y de desarrollar el Estado de bienestar, de superar el régimen del 78 y hacer realidad
la democracia, no hace falta una identificación ideológica, sino de dotarse de
los dispositivos y la estrategia adecuada que permitan la consecución de esos
objetivos.
Pero además de dispositivos y estrategia, es evidente que
esto presupone que se tienen determinadas ideas acerca de la justicia y modelos
de sociedad que se persiguen. Este es otro de los significados del concepto
ideología, ya alejado de cualquier determinismo económico y con cierto grado de
autonomía. En este sentido nos referimos al conjunto de ideas que impulsan a la
acción, a la transformación de la realidad. ¿Por qué, en consecuencia, debería
pensarse que los hombres y mujeres de Podemos no tienen ideología? Preocupados
por la degradación de la dignidad del ser humano y partiendo de tradiciones de
pensamiento diferentes, como puedan ser el marxismo, republicanismo, cristianismo,
ecologismo, libertarismo, etc., se puede confluir en la defensa de esa dignidad
expresada en los derechos humanos.
Aunque han sido varios los autores que ejercen de referencia
teórica en los dirigentes de Podemos (Gramsci, Laclau, Boaventura de Sousa…)
parece que algunos dirigentes de IU quieren la adscripción en alguno de los
–ismos tradicionales de matriz marxiana y, por tanto, la identificación como
organización de izquierdas. Pero cuando se trata de que la ciudadanía indignada, la multitud y las
clases trabajadoras adquieran el empoderamiento y hegemonía para el ejercicio
real del poder político que permita la transformación de la realidad, lo que se
necesitan son los conocimientos que las ciencias sociales, económicas y
políticas hoy posibilitan. Y para ello no es necesaria la adscripción a holismo
ideológico alguno. En las ciencias experimentales, las teorías se consideran
válidas si sirven para predecir y resolver problemas indistintamente quiénes
hayan sido sus formuladores. Los dispositivos para transformar una realidad social
y política son diferentes a las ciencias experimentales, porque el objeto, con la complejidad e inexatitud que supone, ahora trata
de seres humanos, de estructuras sociales y del poder. Pero de nada vale seguir
aplicando obcecadamente teorías basadas en análisis de épocas y sociedades diferentes y que
han mostrado sus insuficiencias.
Como decía Foucault, ningún historiador tiene por qué
declararse marxista, pero difícilmente puede estudiar historia sin hacerlo
desde la teoría de marxiana, al igual que el físico no necesita citar a Newton cuando
investiga sobre un problema de su área de conocimiento. Cuando se trata del poder político, todas las
aportaciones teóricas tienen que tenerse en cuenta si sirven para el objetivo emancipatorio
perseguido. Y para eso no es necesaria la adscripción -siempre excluyente- a ninguna ideología (para quien guste de ese concepto) o teoría política.
(Continuaremos en unos días)
lunes, 4 de mayo de 2015
Las críticas desde la izquierda a Podemos: una irresponsabilidad para el empoderamiento ciudadano y la superación del régimen del 78 (I. La confluencia)
Si un partido se propone dar fin al régimen del 78, el modelo
socio-político y económico surgido de la transición, es normal que reciba la
hostilidad de las fuerzas políticas y poderes que apoyaron dicho régimen. Por
tanto, la envestida mediática y política contra Podemos era previsible. En un
enfrentamiento enormemente desigual para Podemos, con escasos recursos y contando
con apoyos solo en medios digitales, incluso abandonado de algunos programas
televisivos que le habían dado un tratamiento favorable, podía entreverse una
pérdida de simpatías por parte de sectores de población de menor cultura
política y capacidad crítica, como parece estar sucediendo.
Lo que no era tan previsible es que las fuerzas de la
izquierda que parecían cuestionar el
régimen del 78 –o al menos, algunos sectores de las mismas-, se lanzaran
también en esa campaña para desgastar a Podemos. Me estoy refiriendo a miembros
de IU, de las fuerzas integradas en la coalición, y personas cercanas a ella. Ello se está produciendo de forma pública y notoria desde que las encuestas empiezan a señalar un descenso en la
intención de voto a Podemos, como sucede también con la propia IU. La consigna mil veces repetida y dirigida hacia
Podemos es que tiene que cambiar de estrategia y confluir en
una coalición. Veamos el sentido de estas propuestas:
1.- Confluencia
Los llamamientos hacia una confluencia, hacia la formación de
una coalición tipo Syriza que integrara a todas las fuerzas de izquierda, en
rigor, IU y Podemos, a la que habría que sumar Equo, se justificaría por el
aumento de la fuerza y el atractivo electoral. Pero no se realiza ningún
análisis o explicación que pueda corroborar tal cosa. Es más, hoy Podemos es la
única marca que está en condiciones y tiene la fuerza suficiente para intentar
ganar unas elecciones. IU está en declive y su discurso político, extraño a los
planteamientos de Podemos, es más una rémora que restaría apoyos al proyecto de
Podemos. IU aúna unas prácticas políticas, fruto de sus experiencias en
gobiernos autonómicos, de colaboración con el PSOE y enquistamiento
institucional a la vez que una identificación con idearios de muy escasa
aceptación entre la población. Que IU sea percibido como una fuerza política
que aspira a mantener al PSOE y que algunos de sus dirigentes puedan ser
acusados de casta, es consecuencia de la línea política de la coalición.
Para Podemos sería un lastre tener a estos compañeros de viaje.
Por otro lado, gran parte de los miembros de IU saben que la
única posibilidad de sobrevivir y tener cierta presencia institucional es
concurriendo electoralmente junto a Podemos (siempre y cuando obtengan una buena
cuota dentro de esa coalición). Sobre la base de ese escenario, resulta
incomprensible que traten de desgastar a Podemos con el aumento de sus
críticas. Más sentido tienen las de aquellos dirigentes (especialmente de IU
Madrid, pero también presentes en toda la organización) empeñados en mantener a
IU como fuerza autónoma y que, por tanto, quieren competir con Podemos en el
mismo caladero de votos. Pero aplicar la condición de adversario político a
quien teóricamente no lo es también jugará en contra de sus expectativas.
(Continuaremos en breve)
miércoles, 25 de febrero de 2015
Legal e ilegal, moral e inmoral. ¿Vale todo contra Monedero? La doble vara de medir.
Las acusaciones
sobre la ilegalidad de numerosas medidas tomadas por representantes públicos
han sido frecuentes y han alcanzado a prácticamente a todas las instituciones
del Estado, desde la
Monarquía a los ayuntamientos, y a casi todas las fuerzas
políticas que tienen presencia institucional. Como resultado, numerosas
denuncias han acabado en los tribunales de justicia con imputados y condenados
por delitos (como malversación de caudales públicos, prevaricación, falsedad
documental, apropiación indebida, etc.) además de la exigencia de
responsabilidades políticas a los autores directos y a los dirigentes que los
nombraron para los diferentes cargos desde los que actuaron.
En general, con las
sentencias judiciales y, en menor medida, con el señalamiento de las
responsabilidades políticas, acompañadas de algunas que otras dimisiones, se han
cerrado estos casos. Pero en política
siempre hay un más difícil todavía. Sobre todo cuando se trata del linchamiento
de alguien que señala el agotamiento de un régimen, el régimen del 78, y la
casta que lo ha gestionado. En este caso, los medios de comunicación, todos,
adalides de ese régimen que se agota, salen en defensa de la casta y reproducen
sistemáticamente el mismo mensaje (repetirlo muchas veces no lo hace verdadero)
tratando de desprestigiar a la persona que cuestiona sus privilegios. Ya no se
trata de un cargo público ni de alguien cuya actividad haya estado relacionada
con las administraciones públicas. La ilegalidad buscada ha girado en torno a
la vida profesional del ciudadano y dirigente político de Podemos, Juan Carlos
Monedero. Sin embargo, todas ellas han sido desmontadas por él mismo. Ni ocultó
dinero en paraísos fiscales ni en cuentas opacas al fisco: los ingresos de su
empresa tributaron a hacienda como permite la ley.
En el escarnio que
se pretende, se exige el contrato y el contenido del informe elaborado por el
que la empresa de Monedero recibió los 425.000 euros. Petición un tanto
extraña, pues esos informes, sujetos a confidencialidad, a quien compete
hacerlos públicos si consideran que esa información puede ser divulgada es al
ALBA, la alianza de varios países latinoamericanos que fue quien los encargó y pagó (que es lo mismo que sucedería con los informes que el asesor P. Arriola elabora para
el presidente M. Rajoy -que nadie ha visto ni pedido ver-).
Pero para sorpresa,
hemos oído algo hasta ahora desconocido. Ya no se insiste en la ilegalidad,
sino en una supuesta inmoralidad. Se achaca que sería inmoral realizar cobros
desde una empresa unipersonal y tributar como empresa en vez de hacerlo como
rendimientos del trabajo. Se dice (cuestión que Monedero niega) que haciéndolo
de esa manera habrá pagado a hacienda una cantidad inferior, y eso sería
una inmoralidad. Una ministra señala que incluso esa forma de tributar, si se
generalizase, pondría en riesgo los servicios públicos. Increíble. Parecen
estar sosteniendo que hay leyes que son inmorales, leyes a las que cualquier ciudadano
puede acogerse, como han hecho muchos profesionales, sin que nadie diga nada
acerca de cambiarlas. Se ha utilizado, en este caso, para acusar solo al
dirigente de Podemos, no a las decenas de miles que tributan a través de
empresas unipersonales.
Para evaluar si una
acción es inmoral, hay que hacerla desde unos principios o criterios morales.
Si el criterio que se utiliza es la contribución a la hacienda pública en
función de las rentas para mantener los servicios básicos al conjunto de la población, (el cual se deduciría del principio de la consideración del ser humano como un fin en sí mismo, de la necesidad de preservar su dignidad) el
sistema legal impositivo es una gran farsa inmoral; y quienes lo mantienen
están obrando, en consecuencia, de forma inmoral. Peor aun, al contribuyente,
particulares y empresas, se le ofrecen multitud de posibilidades fiscales a la
hora de cumplir sus obligaciones ante la hacienda pública. La inmensa mayoría,
por no decir la práctica totalidad, se acoge a las que le son más favorables, y
hasta ahora, nadie lo ha considerado una práctica inmoral.
¿Qué es lo decisivo
desde el punto de vista moral a la hora de efectuar los pagos a hacienda? La
moral pública puede ser positivizada y, entonces, como cualquier otra norma jurídica,
es de obligado cumplimiento. Pero si una vez positivizada permite un abanico de
posibilidades al contribuyente, entonces es el criterio moral del contribuyente
quien tiene que orientarle en la elección. Hay contribuyentes que invierten en
una SICAV para apenas pagar impuestos (es legal) y quienes se aplican todas las deducciones posibles. Es de suponer que el Estado puede
mantener los servicios públicos con una recaudación sobre ese escenario, escenario que es
el que realmente se produce. La inmoralidad del sistema recaudatorio se
incrementaría pidiéndole un mayor esfuerzo fiscal, una mayor generosidad
llamando a acogerse al tipo de declaración menos favorable al contribuyente
de rentas medias (y así mantener el nivel esperado en la recaudación), mientras a las
rentas altas se les permiten las medidas de ingeniería fiscal para apenas
contribuir. Si el ciudadano Monedero tributa sus trabajos para el ALBA a través
de una empresa (y es dudoso que pague menos de esa forma, una vez que haya
tributado por los dividendos obtenidos) y los ingresos obtenidos no los dedica
a incrementar su patrimonio o al lucro personal, no solo es legal y legítimo, sino acorde a deseables criterios de moralidad pública (la supuesta inmoralidad solo
reside en las hipócritas personas que ocultan sus verdaderas intenciones cuando
lo acusan). Si a esto le añadimos que los ingresos obtenidos por Monedero tenían
como función la participación en un proyecto mediático alternativo al
oligopolio informativo existente, no solo no fue inmoral su declaración a
Hacienda, sino que la gestión económica de los ingresos que había obtenido tiene un valor añadido: que contribuye positivamente al pluralismo y la libertad, a mejorar la calidad de nuestra democracia.
miércoles, 28 de enero de 2015
El 30 de enero, fecha del aniversario del asesinato de Gandhi, se celebra el día escolar de la no violencia y la paz.
Manifiesto leído en el IES Guadalentín.
Una vez más se celebra el aniversario de la muerte de Mohatmas Gandhi. En este homenaje queremos recordar y aprender de quien supo ver, con más claridad que ninguna otra persona, que la solución a los inevitables conflictos que surgen de la multiplicidad y complejidad de las relaciones humanas, si se pretende salvaguardar la dignidad humana, pasa inevitablemente por el respeto a la vida, a la vida humana; por lo que no cabe más alternativa para solucionar dichos conflictos que la búsqueda incansable de mecanismos que permitan una solución pacífica de los mismos.
En efecto, si decimos que el momento más elevado de la moralidad se produce cuando un ser humano es capaz de entregar su vida por salvar la de otro y que la acción moral más repudiable, el momento más bajo de la moralidad, es aquél en el que alguien es capaz de quitar la vida a otro ser humano, nos encontramos que nuestra historia parece estar jalonada de muchos más momentos de este segundo caso que del primero. El siglo XX, con las guerras mundiales, el Gulag soviético, los campos de exterminio nazis, las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, la muerte por hambruna en países empobrecidos, pobreza extrema, etc., que parecen prolongarse en este siglo XXI con un sombrío panorama, cuando menos, nos invita a la reflexión. ¿Qué ha pasado? ¿No hemos aprendido nada de las enseñanzas de Gandhi?
Hemos dicho que el conflicto es inevitable. La ambición humana, la lucha por el poder, la defensa de intereses económicos, la satisfacción de deseos y también, por qué no, la exigencia de derechos, pueden acabar en situaciones conflictivas, colisionando entre sí desde perspectivas que se presentan a sí mismas como legítimas o justificadas. En la defensa de ellas, el recurso a la fuerza es inevitable. Hemos dicho la fuerza, sí la fuerza, pero la fuerza de la razón, la de la palabra, no la razón de la fuerza.
La fuerza de la razón es, en primer lugar, reconocer al otro, al oponente, como un igual, como un ser racional al que se está dispuesto a escuchar, con el que se pretende dialogar; pero también, y en segundo lugar, es hablar con veracidad y con honestidad; por último hacerlo sin coacciones y tratando de que nos entienda. El acuerdo podrá ser posible o no serlo. Pero ese debe ser el camino. La dificultad no debe desesperarnos y dejarnos abandonar al recurso fácil de buscar la superioridad y vencer, el recurso de la violencia. Existen más instrumentos. No sólo los tribunales de justicia propios del Estado de derecho.
En nuestros conflictos cotidianos también puede imponerse la sensatez, la razón. Se pueden arbitrar sistemas de mediación, grupos y personas neutrales ante los que nos comprometemos para acatar las decisiones que establezcan. Ya funcionan en diferentes ámbitos como los profesionales, de la actividad comercial y también empiezan a funcionar en ámbitos escolares; pero tienen que extenderse a todos los ámbitos de la vida social. Se trata de superar la violencia desde los niveles micro, los pequeños, los conflictos que nos surgen a diario, hasta aquellos otros en los que, ya desbordándonos, intervienen grupos sociales o sectores de población, hasta llegar a los propios países o diferentes culturas. Incluso las civilizaciones. Se trata, decíamos, de avanzar hacia la paz perpetua de la que nos hablaba el filósofo ilustrado I. Kant. Es verdad que hablar de relaciones pacíficas en un mundo que parece en guerra permanente puede sonar algo ilusorio, pero el camino de la utopía que nos indicó el filósofo y el propio Gandhi, nos señala el horizonte hacia el que tenemos que avanzar.
El avance hacia ese horizonte serán pasos graduales en la disminución de la violencia y más específicamente de la violencia política, tanto a nivel interno, en la de cada Estado, como en el de las relaciones internacionales. En primer lugar, en nuestro propio país, como en cualquier país, debemos construir una sociedad justa, respetuosa con la multiculturalidad y administrada por un Estado social y democrático de derecho.
Pero la violencia va más allá de las pretensiones en nuestras propias sociedades. No se puede hablar de paz si las necesidades básicas no están cubiertas. Si la distribución de la riqueza impide que haya seres humanos, en cualquier lugar del mundo, que puedan satisfacer sus necesidades básicas y desarrollar sus capacidades, ello es otro tipo de violencia, la violencia estructural. Superar la violencia, también en este nivel, significa un reparto de la riqueza tal que, para cualquier persona, en cualquier país, nadie se vea impedido de tener los recursos que le permitan la misma esperanza de vida que en los países más desarrollados y gozar de las mismas oportunidades que les permitan la puesta en práctica de las propias capacidades.
Por último, también se necesitaría una federación de pueblos libremente constituida y a la que se subordinaran los diferentes estados nacionales a fin de mediar en las diferencias que entre ellos pudieran surgir. Esta federación y sus tribunales, democráticamente constituidos, estarían dotados de poder, en el terreno jurídico, económico y político, suficiente como para dirimir los conflictos interestatales, corrigiendo y superando la actual estructura y funcionamiento de la ONU.
Para solucionar cualquier conflicto, por tanto, es necesaria la fuerza, la fuerza de la razón, que no es pasividad -como decía Gandhi- sino invitando a la palabra, al diálogo, o, llegado el caso, recurriendo a las instancias que arbitren soluciones que obliguen a las partes en conflicto. Pero también, frente a la injusta agresión, estructural o directa, racista o de género, ideológica o de clase, cuando las palabras ya no sirven, es resistencia pacífica, no violenta, resistencia en la denuncia, en difundir la situación, en concitar apoyos, en dar una respuesta colectiva y solidaria, en conseguir que el derecho esté con el débil, con el agredido. Ese fue el mensaje de Gandhi, esa fue su lucha y su vida. Por eso, hoy –y terminamos- lo decimos con él, “no hay caminos para la paz, la paz es el camino”.
jueves, 15 de enero de 2015
El grito de desesperación de una madre en una tertulia televisiva con miembros del partido gobernante, anuncia el cambio en Grecia.
El día 25 en Grecia empieza el año en que la Europa de los pueblos exige el final de la Europa de los mercaderes.
La rebelión que lleva gestándose
en la ciudadanía europea frente al capital financiero y la troika (CE, FMI,
BCE), podría dar un vuelco en las instituciones de algunos países europeos. El
día 25 se celebran elecciones en Grecia y, según los sondeos, Syriza podría ser
la fuerza más votada. Con ello se iniciaría el año del cambio, el año en que
otra visión de Europa, la de los pueblos y la multitud, empiece a tomar el
futuro en sus manos poniendo la economía al servicio del ser humano.
Las razones de ese previsible vuelco en Grecia quedan patentes con la intervención de una madre en un programa de televisión. Era una tertulia a la que asistían representantes del partido gobernante. Hacer clic sobre el enlace
Grito de desesperación de una madre a los gobernantes griegos
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