Continuación de las entradas anteriores (publicadas el día 4 y 7 de mayo)
III.- Centralidad y moderación programática
A pesar de que el propio Pablo Iglesias ha explicado
recientemente (artículo del diario Público
20-4) que la centralidad que Podemos pretende ocupar no es el centro
ideológico, las acusaciones sobre deriva hacia posiciones de centro de Podemos
realizadas por miembros de IU es continua. La centralidad, cierto es, supone
asumir las preocupaciones mayoritarias instaladas en la mayoría social. Estas
preocupaciones fueron puestas de manifiesto por el movimiento 15M y tenían
entonces un respaldo mayoritario de la población. Si hubiera que señalar sus
principales ideas fuerza, ellas serían: la reivindicación de la dignidad humana
poniendo la economía al servicio del ser humano, acabar con los privilegios de
la clase política y hacer realidad la democracia. Los contenidos de estas
aspiraciones, que es lo que puede figurar en los programas políticos, pueden
ser más radicales o tener un carácter más gradualista, pero esos contenidos
señalan claramente la centralidad de la disputa política. La centralidad es,
por tanto, la canalización política del consenso surgido entre la multitud y
las clases trabajadoras que ocupan la mayoría social, los de abajo. Así, frente
al eje derecha-izquierda cuyos límites se encuentran difuminados y sus espacios
ocupados por el centro ideológico, ahora la confrontación política se establece
entre las élites, representada por la casta, y los de abajo, a lo que políticamente
quiere representar Podemos.
Pero en paralelo también se acusa de moderación programática
como prueba del centrismo. Y esa acusación proveniente de quien ha gobernado
recientemente en Andalucía aplicando medidas de corte neoliberal, resulta
sorprendente. Es verdad que algunas medidas que se defendieron desde Podemos
hace tiempo ya no están incorporadas programáticamente (aunque eso no puede
decirlo quien nunca las ha defendido, como la Renta Básica Universal). Pero no
es menos cierto que los programas electorales, si se quiere romper con las
actitudes demagógicas de los partidos tradicionales, tienen que ajustarse a lo
realizable en una legislatura (4 años) y en el marco de las competencias de la
institución que se trate. En eso consiste la responsabilidad política. Otros lo
han denominado críticamente “resultadismo”.
Un tema bien diferente de lo realizable en el marco de una
legislatura en un municipio o comunidad autónoma, sería plantear modelos
productivos y de sociedad a los que se aspiran. Ese es otro debate que, sin
duda, está presente en buena parte de la organización de Podemos y del que se
irán tomando decisiones a medida que avance y se consolide el proyecto. Pero ni que decir tiene que la dignidad
humana y el equilibrio en las relaciones con la naturaleza nucleará el ideario
hacia el que se orientará la acción política futura de Podemos.
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