jueves, 14 de mayo de 2015

III. Centralidad y moderación programática


Continuación de las entradas anteriores (publicadas el día 4 y 7 de mayo)


III.- Centralidad y moderación programática

A pesar de que el propio Pablo Iglesias ha explicado recientemente (artículo del diario  Público 20-4) que la centralidad que Podemos pretende ocupar no es el centro ideológico, las acusaciones sobre deriva hacia posiciones de centro de Podemos realizadas por miembros de IU es continua. La centralidad, cierto es, supone asumir las preocupaciones mayoritarias instaladas en la mayoría social. Estas preocupaciones fueron puestas de manifiesto por el movimiento 15M y tenían entonces un respaldo mayoritario de la población. Si hubiera que señalar sus principales ideas fuerza, ellas serían: la reivindicación de la dignidad humana poniendo la economía al servicio del ser humano, acabar con los privilegios de la clase política y hacer realidad la democracia. Los contenidos de estas aspiraciones, que es lo que puede figurar en los programas políticos, pueden ser más radicales o tener un carácter más gradualista, pero esos contenidos señalan claramente la centralidad de la disputa política. La centralidad es, por tanto, la canalización política del consenso surgido entre la multitud y las clases trabajadoras que ocupan la mayoría social, los de abajo. Así, frente al eje derecha-izquierda cuyos límites se encuentran difuminados y sus espacios ocupados por el centro ideológico, ahora la confrontación política se establece entre las élites, representada por la casta, y los de abajo, a lo que políticamente quiere representar Podemos.

Pero en paralelo también se acusa de moderación programática como prueba del centrismo. Y esa acusación proveniente de quien ha gobernado recientemente en Andalucía aplicando medidas de corte neoliberal, resulta sorprendente. Es verdad que algunas medidas que se defendieron desde Podemos hace tiempo ya no están incorporadas programáticamente (aunque eso no puede decirlo quien nunca las ha defendido, como la Renta Básica Universal). Pero no es menos cierto que los programas electorales, si se quiere romper con las actitudes demagógicas de los partidos tradicionales, tienen que ajustarse a lo realizable en una legislatura (4 años) y en el marco de las competencias de la institución que se trate. En eso consiste la responsabilidad política. Otros lo han denominado críticamente “resultadismo”.

Un tema bien diferente de lo realizable en el marco de una legislatura en un municipio o comunidad autónoma, sería plantear modelos productivos y de sociedad a los que se aspiran. Ese es otro debate que, sin duda, está presente en buena parte de la organización de Podemos y del que se irán tomando decisiones a medida que avance y se consolide el proyecto. Pero ni que decir tiene que la dignidad humana y el equilibrio en las relaciones con la naturaleza nucleará el ideario hacia el que se orientará la acción política futura de Podemos.  


jueves, 7 de mayo de 2015

II. La carencia de ideología

Continuación de la entrada anterior (publicada el día 4 de mayo)

II.- Carencia de ideología:

Este concepto no puede utilizarse alegremente como tan a menudo se hace por sus variados significados, no siempre posibles de discernir contextual y pragmáticamente. Algunos pretenden utilizarlo como sinónimo de referente teórico-político. Así, la identificación derechas, izquierdas, liberal, republicano, marxista, etc. y las  familias a las que han dado lugar estas tradiciones, serían la “ideología”. Pues en ese sentido, dado lo contradictorio de sus interpretaciones y errática puesta en práctica, lo más sensato es la carencia de ella.

Como la acusación proveniente de IU es que Podemos no se declara ni de izquierdas ni marxista, Podemos carece de ideología. Pero que algunos marxistas digan esto, parece con ello que olvidan el significado de ideología en el propio Marx. Para nuestro autor, la ideología es una falsa conciencia de la realidad, alienante y mistificadora, determinada por la estructura económica, y a ella habría que oponer el conocimiento científico. En ese sentido, si de lo que se trata es de cambiar una realidad político-social en la que la mayoría de la población está sufriendo las consecuencias de la crisis y han empeorado sus condiciones de vida, si se trata de dar fin a las políticas neoliberales y de desarrollar el Estado de bienestar,  de superar el régimen del 78 y hacer realidad la democracia, no hace falta una identificación ideológica, sino de dotarse de los dispositivos y la estrategia adecuada que permitan la consecución de esos objetivos. 

Pero además de dispositivos y estrategia, es evidente que esto presupone que se tienen determinadas ideas acerca de la justicia y modelos de sociedad que se persiguen. Este es otro de los significados del concepto ideología, ya alejado de cualquier determinismo económico y con cierto grado de autonomía. En este sentido nos referimos al conjunto de ideas que impulsan a la acción, a la transformación de la realidad. ¿Por qué, en consecuencia, debería pensarse que los hombres y mujeres de Podemos no tienen ideología? Preocupados por la degradación de la dignidad del ser humano y partiendo de tradiciones de pensamiento diferentes, como puedan ser el marxismo, republicanismo, cristianismo, ecologismo, libertarismo, etc., se puede confluir en la defensa de esa dignidad expresada en los derechos humanos.

Aunque han sido varios los autores que ejercen de referencia teórica en los dirigentes de Podemos (Gramsci, Laclau, Boaventura de Sousa…) parece que algunos dirigentes de IU quieren la adscripción en alguno de los –ismos tradicionales de matriz marxiana y, por tanto, la identificación como organización de izquierdas. Pero cuando se trata de  que la ciudadanía indignada, la multitud y las clases trabajadoras adquieran el empoderamiento y hegemonía para el ejercicio real del poder político que permita la transformación de la realidad, lo que se necesitan son los conocimientos que las ciencias sociales, económicas y políticas hoy posibilitan. Y para ello no es necesaria la adscripción a holismo ideológico alguno. En las ciencias experimentales, las teorías se consideran válidas si sirven para predecir y resolver problemas indistintamente quiénes hayan sido sus formuladores. Los dispositivos para transformar una realidad social y política son diferentes a las ciencias experimentales, porque el objeto, con la complejidad e inexatitud que supone, ahora trata de seres humanos, de estructuras sociales y del poder. Pero de nada vale seguir aplicando obcecadamente teorías basadas en análisis de épocas y sociedades diferentes y que han mostrado sus insuficiencias.

Como decía Foucault, ningún historiador tiene por qué declararse marxista, pero difícilmente puede estudiar historia sin hacerlo desde la teoría de marxiana, al igual que el físico no necesita citar a Newton cuando investiga sobre un problema de su área de conocimiento. Cuando se trata del poder político, todas las aportaciones teóricas tienen que tenerse en cuenta si sirven para el objetivo emancipatorio perseguido. Y para eso no es necesaria la adscripción -siempre excluyente- a ninguna ideología (para quien guste de ese concepto) o teoría política.

(Continuaremos en unos días)

lunes, 4 de mayo de 2015

Las críticas desde la izquierda a Podemos: una irresponsabilidad para el empoderamiento ciudadano y la superación del régimen del 78 (I. La confluencia)



Si un partido se propone dar fin al régimen del 78, el modelo socio-político y económico surgido de la transición, es normal que reciba la hostilidad de las fuerzas políticas y poderes que apoyaron dicho régimen. Por tanto, la envestida mediática y política contra Podemos era previsible. En un enfrentamiento enormemente desigual para Podemos, con escasos recursos y contando con apoyos solo en medios digitales, incluso abandonado de algunos programas televisivos que le habían dado un tratamiento favorable, podía entreverse una pérdida de simpatías por parte de sectores de población de menor cultura política y capacidad crítica, como parece estar sucediendo.

Lo que no era tan previsible es que las fuerzas de la izquierda que parecían  cuestionar el régimen del 78 –o al menos, algunos sectores de las mismas-, se lanzaran también en esa campaña para desgastar a Podemos. Me estoy refiriendo a miembros de IU, de las fuerzas integradas en la coalición, y personas cercanas a ella. Ello se está produciendo de forma pública y notoria desde que las encuestas empiezan a señalar un descenso en la intención de voto a Podemos, como sucede también con la propia IU. La consigna mil veces repetida y dirigida hacia Podemos es que tiene que cambiar de estrategia y confluir en una coalición. Veamos el sentido de estas propuestas:

1.- Confluencia

Los llamamientos hacia una confluencia, hacia la formación de una coalición tipo Syriza que integrara a todas las fuerzas de izquierda, en rigor, IU y Podemos, a la que habría que sumar Equo, se justificaría por el aumento de la fuerza y el atractivo electoral. Pero no se realiza ningún análisis o explicación que pueda corroborar tal cosa. Es más, hoy Podemos es la única marca que está en condiciones y tiene la fuerza suficiente para intentar ganar unas elecciones. IU está en declive y su discurso político, extraño a los planteamientos de Podemos, es más una rémora que restaría apoyos al proyecto de Podemos. IU aúna unas prácticas políticas, fruto de sus experiencias en gobiernos autonómicos, de colaboración con el PSOE y enquistamiento institucional a la vez que una identificación con idearios de muy escasa aceptación entre la población. Que IU sea percibido como una fuerza política que aspira a mantener al PSOE y que algunos de sus dirigentes puedan ser acusados de casta, es consecuencia de la línea política de la coalición. Para Podemos sería un lastre tener a estos compañeros de viaje.

Por otro lado, gran parte de los miembros de IU saben que la única posibilidad de sobrevivir y tener cierta presencia institucional es concurriendo electoralmente junto a Podemos (siempre y cuando obtengan una buena cuota dentro de esa coalición). Sobre la base de ese escenario, resulta incomprensible que traten de desgastar a Podemos con el aumento de sus críticas. Más sentido tienen las de aquellos dirigentes (especialmente de IU Madrid, pero también presentes en toda la organización) empeñados en mantener a IU como fuerza autónoma y que, por tanto, quieren competir con Podemos en el mismo caladero de votos. Pero aplicar la condición de adversario político a quien teóricamente no lo es también jugará en contra de sus expectativas.  

(Continuaremos en breve)