Reunión de la Coordinadora Andaluza de las Marchas de la Dignidad del 22M (Humilladero, 1-6 2014) |
Dirigentes políticos y analistas
de izquierdas se han pronunciado en los últimos días a favor de una confluencia
entre la coalición IU y la emergente fuerza política Podemos. Entre los que se
han efectuado declaraciones se encuentran los máximos líderes de estas fuerzas
políticas. Ambos han dejado abierta la posibilidad de tal confluencia, pero
mientras Pablo Iglesias ha señalado como necesaria un previo acercamiento
programático y de acción, Cayo Lara ha dejado claro que IU tiene su propia hoja
de ruta. Parece que los dos líderes han enfriado un proceso que en otros
ámbitos se contemplaba como tarea urgente. Y las últimas noticias también
apuntan en esa dirección: Podemos se está centrando estos días en la extensión
territorial y consolidación organizativa de sus círculos; IULVCA anuncia un
proceso de primarias abiertas para la elección de su candidato a la Junta de
Andalucía. Es decir, para ninguno la confluencia entre ambas organizaciones es
la tarea a acometer en estos momentos. Y, contra una opinión bastante extendida
entre sectores de la izquierda, creo que aciertan ambos.
IU por la Base, corriente que
agrupa en Andalucía a la CUT y otros críticos con la dirección, especialmente
en lo referente al pacto con el PSOE en el gobierno de la Junta, también se ha
pronunciado en contra del proceso de primarias para la elección del candidato a
presidir la Junta. Entiende que dicho proceso es innecesario en unos momentos
en los que lo que está planteado es el proceso de confluencia de la izquierda,
a quien correspondería, una vez alcanzados los acuerdos, la elección del
candidato a la presidencia y la formación de candidaturas. IU por la Base
entiende también que al proceso de confluencia de la izquierda se tiene que invitar
a otros colectivos políticos y movimientos sociales. Y lo demanda con carácter
de urgencia. Aquí, a mi juicio, reside el error.
La confluencia entre la izquierda
y entre los de abajo, organizados en asociaciones movimientos ciudadanos y en
el sindicalismo alternativo, no puede forzarse por una convocatoria impulsada
por las dos principales fuerzas políticas, IU y Podemos. La confluencia, o es
real, lo cual quiere decir que viene precedida de compartir movilizaciones y
propuestas en prácticamente todos los terrenos, o es simplemente un mero
artificio formal que sume colectivos políticos con vistas a un resultado
electoral (supuestamente mejor). Si lo que está planteándose en estos momentos
entre los que claman la unidad es esto último, se obtendrían varias
consecuencias negativas para el proceso de empoderamiento ciudadano:
En primer lugar, los colectivos y
movimientos ciudadanos tiene una dinámica propia de extensión y movilizaciones
que no puede supeditarse a la agenda electoral. Es en estas movilizaciones
donde tiene que producirse la confluencia real entre los de abajo. Y esto tiene
que visualizarse en el apoyo comprometido, entre otras, con la marea verde (y las demás), con
el movimiento antidesahucios o la coordinadora de las marchas de la dignidad 22M, donde no está claro el
compromiso por parte de todas las fuerzas políticas.
En segundo lugar, lo que ha supuesto Podemos,
su potencial de crecimiento político, no puede verse frenado en operaciones
artificiales. IU por la Base acierta en señalar de dónde tiene que surgir el
proyecto para el cambio político y la renovación social, pero esto se tiene que
jugar en un proceso donde todas las partes desarrollen sus potencialidades, y
ahí no caben las urgencias. Hoy por hoy no se ven límites a la expansión de Podemos;
antes al contrario, está sorprendiendo su crecimiento exponencial y la
capacidad para integrar personas indignadas que difícilmente se incorporarían a
alguna de las fuerzas políticas hasta ahora existentes. Un pacto entre fuerzas
políticas en estos momentos sería imponer un corsé a este proyecto ilusionante
y del que va a depender, en buena medida, la vía político-institucional para
hacer real el poder del pueblo.
En consecuencia, para un futuro
inmediato, lo deseable es que cada fuerza diseñe y continúe con sus propios
planes de crecimiento. Y los movimientos ciudadanos sigan cada uno de ellos con
sus movilizaciones propias, así como, coordinados en el 22M, con las
movilizaciones anunciadas para finales de junio y el otoño. Es en ese proceso
de empoderamiento donde tiene que producirse la confluencia real que, más
adelante, también podría dar lugar a la participación electoral conjunta.
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