domingo, 9 de junio de 2013

Cuando se ponen los zorros a guardar las gallinas… el dinero de las pensiones se sirve en bandeja al sector financiero, a las aseguradoras privadas.

                                           
                                                                   
De los doce "expertos", ocho tienen algún tipo de ligazón con los bancos y las entidades aseguradoras.
 

Desde los años 80 del siglo pasado en los que el neoliberalismo como ideología dominante se extendió por Europa, irradiado desde la Gran Bretaña de M. Tatcher, es recurrente entre el sector financiero y la clase política la advertencia de que el sistema público de pensiones se encuentra en situación insostenible. Y ello ha servido para que se realicen diferentes reformas tendentes a disminuir las cantidades que se perciben, bien porque se reduce la cuantía, bien porque se amplían los períodos para su cómputo. O como en la última reforma propiciada por el Gobierno del PSOE, también, dando un salto atrás en tiempo, prolongando la edad de jubilación.

Ahora le tocaba el turno al Gobierno del PP. Y una nueva reforma se cierne sobre la población española. Para ello han reunido a doce “expertos” que les preparen técnicamente la justificación para el nuevo tijeretazo.

El informe que han elaborado tendrá que pasar el trámite parlamentario. Será el pacto de Toledo quien tenga la última palabra. Pero dado el juego de mayorías, no son previsibles cambios sustanciales. Desaparece el IPC como referente para el cálculo de las pensiones e incluirán los ingresos en el sistema y el aumento de la esperanza de vida como una variable computable en el cálculo.

Pero tras el argumento de encontrarnos en un sistema descompensado, según el cual la relación entre personas trabajando (contribuyentes del sistema) y pensionistas con una cada vez mayor esperanza de vida[i], que se estaría desplazando a favor de estas últimas, se ha interpretado como que, proporcionalmente, una menor cantidad de cotizantes y, por tanto, de dinero, tendrían que pagar a un progresivo aumento de personas beneficiarias. Según estos “expertos”, esta situación haría imposible el mantenimiento del sistema así configurado.

Los doce “expertos” convocados ad hoc para emitir el informe que se esperaba, han sido reclutados del entorno de la banca y las entidades aseguradoras. Sólo 4 de ellos no tenían algún tipo de ligazón. De esta forma las conclusiones del informe no podían ser diferentes a las perseguidas.

Con las medidas anteriormente expuestas, el mensaje que se intenta transmitir insistentemente es que cada ciudadano/a complemente su futura pensión suscribiendo pólizas de pensiones con las aseguradoras privadas. Esta recomendación ha sido ampliamente difundida desde los centros de poder, económico, financiero y político, con el beneplácito seguimiento de los medios de comunicación. El bocado de los miles de millones del fondo de pensiones es muy apetitoso para seguir especulando y obteniendo jugosas plusvalías.

Pero tras ella se esconden enormes falacias que no pretenden más que ocultar la verdad. En primer lugar, no es verdad que sean los trabajadores y trabajadoras cotizantes quienes mantienen el sistema de pensiones. La pensión es un derecho que percibe el o la pensionista tras haber cotizado a lo largo de su vida laboral. Por tanto, nadie mantiene su pensión. Ese derecho lo recibe como si hubiera estado cotizando a una aseguradora privada. Pero en este caso lo hace al Estado. Caso diferente es el de las pensiones no contributivas. Estas pensiones no contributivas que otorga el Estado pueden tener como fuente de financiación los impuestos de los que el Estado se nutre para el sostenimiento de los gastos. Es un gasto social que la ciudadanía admite por solidaridad con las personas que no pudieron cotizar a lo largo de su vida por carecer de un trabajo remunerado. Nadie negaría, por ejemplo, esa posibilidad a las numerosas amas de casa que se encuentran en esa situación al llegar a la edad de jubilación.

Hay quienes argumentan que el Estado puede estar utilizando esos fondos destinados a las pensiones para otros gastos y que, llegado el caso, no pudiera hacer frente a sus obligaciones de pago. Pero para estas situaciones, el Estado, dispone de mecanismos para obtener el ingreso necesario, vía impuestos o reducción de otros gastos, antes que hacer dejación de esa obligación previamente asumida con todas la personas que han estado cotizando hasta ese momento. Y es responsabilidad del Estado procurar que la disponibilidad de tesorería sea la adecuada para el número de pensionistas existente en cada momento. Incluso atendiendo a las posibles desviaciones.

Con todo, resulta inadmisible que no haya una política orientada al aumento de las rentas del trabajo. Si estas son las que financian la seguridad social, la mejor política para la buena salud financiera del sistema, sería que aumentaran sus aportaciones. Sin embargo, las políticas  económicas de los últimos años han venido suponiendo un retroceso de la masa salarial respecto a la renta nacional en favor de los excedentes empresariales.

Y mayor falacia es aún pensar que un fondo privado de pensiones sí que puede garantizar ese derecho a la jubilación digna. Si es imposible que, por esencia, un Estado quiebre, no lo es en el caso de un fondo privado. El Estado no tiene por función especular con el dinero recibido para aumentar las plusvalías, objetivo de los fondos privados de pensiones. Por eso, estos fondos, en tiempos de crisis, sí pueden entrar en situación de pérdidas y no poder hacer frente a las obligaciones contraídas con las personas que suscribieron las pólizas de seguros. Ese riesgo, y las condiciones elevadas que imponen las aseguradoras privadas que aspiran a la obtención de beneficios con ellas, se lo podrán permitir las personas de mayor poder adquisitivo, pero no la mayoría de la población. El Estado, por su contra, ni busca la obtención de beneficios ni la especulación con los fondos, sino garantizar el derecho a la jubilación de toda la población.  Por eso el sistema público es un sistema justo y solidario. El ataque contra él por parte de los voceros de la gestión neoliberal al que asistimos estos días, responde únicamente a los intereses y voracidad de la oligarquía financiera, que ve en la gestión de ese ahorro una oportunidad para continuar con sus negocios especulativos, aumentando así el control y poder global de la economía y los mercados.





[i] El aumento de la esperanza de vida es muy reducido. Pero lo que sí ha sucedido es que al disminuir la tasa de mortalidad infantil, la media de la esperanza de vida del total de la población sí es más alta.

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