viernes, 17 de enero de 2014

La indignación ciudadana tiene que expresarse en el cambio político, pero las prisas por constituir candidaturas para las elecciones europeas perjudican el proyecto de empoderamiento ciudadano.


                                                                       
Pablo Iglesias encabeza la candidatura "Podemos".

Una nueva candidatura al parlamento europeo, auspiciada por Izquierda Anticapitalista (IA), pretende concurrir tratando de dar expresión a la población indignada que en los últimos años ha participado en los movimientos ciudadanos, como el 15M o las mareas. Como cualquier fuerza política, IA tiene plena legitimidad para someterse al veredicto popular. Lo extraño ha sido que el anuncio de la candidatura coincida mientras IA participa en un proceso de reagrupamiento de fuerzas de la izquierda como es “Suma, la gente primero”.

Se sabía de las dificultades del proceso iniciado por “Suma…” y era previsible que acabara diluyéndose, tal como está sucediendo. También era previsible que las fuerzas políticas y los movimientos que no aceptaran integrarse o la hegemonía de la principal fuerza, Izquierda Unida, intentarían otras coaliciones. O, en las asociaciones y movimientos ciudadanos, proyectos que vayan más allá de las elecciones europeas.

Con todo, lo sorprendente del anuncio de esta nueva candidatura ("Podemos"), es que las figuras más emblemáticas que han firmado el manifiesto y que encabezarán el proyecto, hayan sido Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias. Sorprendente porque ambos venían defendiendo un discurso acerca de la necesidad de empoderamiento de la ciudadanía, tal como viene haciéndolo el FCSM fundado por J. Anguita. Y este proyecto no se resuelve sin más con la configuración de una candidatura, por muy bienintencionados que sean los objetivos de la misma. Se me puede objetar que ambos procesos pueden discurrir en paralelo y alimentarse mutuamente. Pero iniciar unilateral y separadamente el proceso e identificarse con lo que es una parte, debilita el potencial aglutinador de los movimientos ciudadanos sobre las demás fuerzas políticas, aquellas que aceptan la subordinación de la economía y los mercados a las necesidades del ser humano, la de quienes promueven un nuevo modelo de democracia como autogobierno del pueblo.

La fuerza de los movimientos ciudadanos, llegado el momento, conseguirá que las bases militantes de las fuerzas políticas participen en el proyecto y que las direcciones no puedan imponer cuotas de poder. Quien se excluya por esos motivos, puede pasar a la marginalidad, como sucedió con partidos de la izquierda tradicional en países como Venezuela que no participaron en el movimiento lanzado por Hugo Chávez. Pero antes, la tarea, es fortalecer a los movimientos ciudadanos, dotarles de la estructura organizada mínima para que puedan ser operativos de forma sostenida en el tiempo. Ese proceso de acumulación de fuerzas no puede ralentizarse por ninguna convocatoria electoral, al menos hasta alcanzar la fuerza suficiente para un ejercicio real del poder.  .

P. Iglesias y J.C. Monedero son personalidades que, sin duda, tienen un gran predicamento entre los movimientos ciudadanos. Ambos se han destacado en los medios y en actos públicos como críticos del sistema y del bipartidismo que lo mantiene. Ambos han defendido las reivindicaciones que han movilizado a los diferentes movimientos. Y sería unos excelentes portavoces de sus demandas. Pero se han apresurado en su decisión. Podrían ser voces públicas en las instituciones representando a los de abajo cuando las condiciones hubiesen madurado. El impulso que su presencia otorga a una parte del movimiento organizado, que puede ser exitosa si a lo único que se aspira es a una mínima representación y porcentaje electoral, jugará en contra de una operación de mucha mayor envergadura: aquella que pueda ser mayoritaria y capaz de imponer el proceso constituyente que devuelva la soberanía al pueblo. Y eso hay que conseguirlo con pasos firmes y seguros, aunque se vaya despacio. Tal como Anguita nos ha advertido en más de una ocasión.